La palabra “Emoción” viene del latín “Emotio” y se define como: “Alteración del ánimo, intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática “.
Existe la falsa creencia acerca de que las emociones son solo modos de reacción ante sucesos externos, pero no se tiene en cuenta que forman parte de nuestro mundo interno y se desencadenan a veces independientemente a lo que nos viene de fuera. Ya hemos dicho en otro lugar que somos seres subjetivos y que nuestros juicios de realidad están absolutamente condicionados a cómo es cada uno.
Las emociones van y vienen, poseen una naturaleza cambiante. Son como las tormentas: Se forman, se desencadenan y de extinguen, una vez que se han descargado.
Los antiguos griegos y romanos valoraban mucho la virtud de la templanza, que sería algo así como el intento de contener al exceso emocional. O sea, que lo importante es el equilibrio. No se trata de reprimir o de suprimir los estallidos emocionales, sino que no nos desborden y no constituyan una esclavitud en nuestras vidas. Los excesos emocionales (tanto agradables como desagradables) socavan nuestra estabilidad.
Las emociones nos conmueven y nos aportan datos de cómo estamos viviendo una situación concreta. Vendrían a ser señales de alerta del modo en que nuestro interior interpreta lo que ocurre fuera. Sin embargo, no es conveniente que dicten nuestra conducta. Es decir, no debemos identificarnos totalmente con la emoción del momento, porque suelen ser fugaces.
Entre las principales emociones, se encuentran:
1.- MIEDO: Alarma frente a alguien o algo percibido como una amenaza real o imaginaria
2.-RABIA O AGRESION: Respuesta que sigue a la frustración .Si se expresa de un modo positivo tiene que ver con la auto afirmación,con la supervivencia. Si por el contrario se expresa de modo negativo, es destructora.
3.- TRISTEZA: Reacción dolorosa ante situaciones de pérdida o de fracaso, que aísla y contrae a la persona que la sufre.
4.-ALEGRIA O EUFORIA: Expansión del organismo. Sensación de satisfacción, de logro, de victoria sobre algo. Reduce las preocupaciones y el malestar.
5.- CULPA: Sentimiento de malestar producido por la sensación de haber transgredido normas internas.
6.- ENVIDIA: Malestar por la percepción de lo que tiene otra persona y uno carece.
Es importante tener en cuenta que normalmente, detrás de una emoción se esconde un pensamiento, una creencia o un modo de interpretar la realidad. Si podemos cambiar los pensamientos, las emociones también pueden cambiar. (En este mismo blog, consultar el artículo “El poder de los pensamientos”). Para lograr cambiar un pensamiento hay que enfocar nuestra atención en otra dirección, buscar alternativas, ya que muchos pensamientos se nutren de creencias erróneas o poco acertadas.
Para explorar las emociones, saber manejarnos con ellas, y salir indemnes de una “tormenta emocional “, voy a exponer una serie de pautas, que pueden servirnos de guía:
1.- IDENTIFICAR la clase de emoción que uno está sintiendo, describirla, enunciarla.
2.-PROCEDENCIA.. De dónde viene, qué o quién la ha provocado, con qué tiene que ver.
3.- TOMAR DISTANCIA frente la emoción del momento, considerarla como un huésped o visitante. Así se puede separar uno de ella y la tensión emocional desciende.
4.- NO JUZGARLAS. No hay emociones positivas o negativas, todas tienen su función, su utilidad. Si se las sabe gestionar pueden ayudarnos a resolver situaciones. Si no, pueden ser destructivas y acaban por vaciarnos de energía.
5.- PONERLES PENSAMIENTO para poder integrar emoción y razón.
Hemos hablado todo el tiempo del carácter pasajero de las emociones. Por consiguiente, toda emoción, si está en concordancia con el suceso que las ha provocado (por ejemplo, tristeza por una pérdida o rabia por una frustración) y se ha logrado moderar o ajustar su intensidad, deben ir diluyéndose con el tiempo, para dejar paso a una situación más equilibrada.
Es necesario saber convivir y bregar con las emociones. De lo contrario, pueden darse dos caminos extremos:
a) Los que ponen un muro de contención (excesivas defensas) frente a la tormenta emocional. Este tipo de personas se empobrecen y su vida suele ser apática y anodina, porque establecen enormes distancias entre ellos y el mundo para no sentir.
b) Los que se abandonan al torrente emocional. Son los que su vida es una “montaña rusa”, un vaivén constante, una hoja al viento. Suelen ser personas impulsivas y bastante indefensas, que piden continuamente consejo a los demás, pero raramente los hacen suyos.
La estabilidad emocional estaría, como siempre en un punto medio. Las emociones dan sentido, color y calor a la vida, pero debemos aprender a graduar su intensidad. Se trataría de no estar solamente entre el blanco y el negro, sino introducir toda una escala de matices para tener un amplio espectro de colores.
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