Vagaba insensible, por esta vida sin pasión
con los ojos cerrados, agobiado por el dolor,
hasta que en forma fugaz, una intensa luz me iluminó.
Abrí los ojos, mire al cielo y ahí estabas Tú,
mágica, hermosa, radiante criatura celestial
una dulce princesa escapada de un cuento real.
La claridad de tus bellos e increíbles ojos,
inundaron con intenso destello multicolor
cada uno de los espacios grises de mi corazón.
El mínimo roce de tus dulces labios rojos
conmovió cada fibra intima de mi pasión
invitando a beber de ellos cada gota de tu amor.
Tu inocente y provocativa sensualidad
me enternece, me apasiona, me incita sin piedad
provocando una avalancha de furiosos sentidos
que me arrastran por toda la eternidad.
Inconsciente de mí,
Sin medir las consecuencias
te entregué mi vida, mi pasión, mi conciencia
te entregué quizá el más sincero de mis tesoros
el amor más puro, tierno y simple de todos.
Quizá alguien te diga que quise arruinar tu vida;
esa sería una estúpida y loca idea suicida,
Si tu vida es la mía…
Si no hay vida sin ti…
Dicen tantas cosas, que ya no saben que decir.
La vida me ha golpeado de manera insaciable
con una indescriptible y feroz crueldad,
un terrible e intenso dolor,
solo comparable al que se siente cuando Tú no estás.
Miguel Ortiz Bustos