Al inicio de una relación, cualquiera puede ser buen amante. Es triste aclararlo, pero ante la novedad nuestro cerebro secreta hormonas que nos hacen sentir que esa persona y lo que hacemos con ella es lo máximo. Sin embargo, esto solo dura algún tiempo. Un poco más (si nos enamoramos, si es sexo prohibido como una infidelidad, el jefe o el chico malo que tus padres te prohíben) o un poco menos (si empezamos a sentirnos usados, abusados o de alguna manera incómodos) pero lo cierto es que está destinado a terminar. ¿Y entonces qué? Pues como con todo, toma trabajarlo.
Para cuidarnos de no caer en este error, hay que evitar:
Buscar a alguien más: : Lo peor de la rutina sexual es que hace más probable que otra persona nos interese, no solo porque la novedad nos es irresistible, sino porque el aburrimiento en la cama alimenta mi insatisfacción dentro (y eventualmente fuera) de ella. Así, es muy fácil que me guste alguien más y es entonces que se cae en el juego perverso de la infidelidad o de cambiar constantemente de pareja, buscando quien nos satisfaga. No es lo más recomendable, no solo porque arruina vidas y relaciones, sino porque al inicio la otra persona es novedosa, pero eso eventualmente deja de ser así e inicia nuevamente el ciclo.
Me alejo: el aburrimiento mata el deseo sexual y por tanto el contacto físico incluso no sexual se vuelve cada vez menos común. Esto solo perpetúa el problema y hace que eventualmente el abismo físico y emocional que nos separa sea infranqueable.
Busco emociones extremas: lo más común es buscar pornografía. Y es cierto que funciona, especialmente al principio. Los problemas pueden surgir por dos cosas:
Las mujeres disfrutan menos el porno tradicional que los hombres, y el porno para mujeres le resulta un poco aburrido a los hombres.
El porno funciona porque inunda el cerebro de impulsos sensoriales extremos, que generan una sobrecarga que da resultados inmediatos, pero que, como con cualquier impulso sensorial, eventualmente se necesita más.
Es difícil recrear en la vida sexual cotidiana un escenario con similar intensidad y por tanto nos puede llegar a resultar imprescindible la pornografía para lograr excitación.
En lugar de todo esto, necesitamos:
Mantener la energía sexual fluyendo: la primera queja de las mujeres en las oficinas de los terapeutas sexuales es que sus parejas solo se les acercan cuando quieren sexo. Si mi mente y mi cuerpo llevan 4 días enfocados únicamente en tareas, niños, clavos del trabajo y la lista del súper, no podemos esperar que solo con una par de besos mi cuerpo y mi mente estén inmediatamente apartados de esos temas y enfocados en la sexualidad.
Mantener viva la creatividad: Posturas, actividades, ritmos, lugares, formas y escenarios nuevos son indispensable. Evitar el “siempre lo mismo” a toda costa.
Sexo no es igual a coito: La penetración, por magnífica que nos parezca tiene varios inconvenientes:
No estimula el clítoris, fuente del orgasmo femenino, tan eficientemente como otras técnicas (masturbación, sexo oral)
Requiere que estemos sin ropa, lo cual limita lugares, situaciones e interacciones.
Limita las posiciones, a menos que seamos contorsionistas, lo cual sin entrenamiento y ya con los años, como que es cada vez menos probable.
Nos enfrasca en la clásica “preliminares-coito-lástima que se acabó” de siempre. En vez de abrirnos a otro tipo de actividades igualmente placenteras, más lúdicas y que permiten mas variación.
Pero si logramos salirnos del guión de siempre y dejar la penetración como una opción más en vez del evento principal, las opciones se multiplican y ya no hay rutina.
Entender que el sexo es mas cerebral que físico: mantener vivo el coqueteo, el flirteo constante es mas importante que el acto sexual en si a la hora de mantener constante la energía y el deseo sexual entre dos personas. Cuando logramos entender esto, la vida sexual nunca acabara.
http://www.tusexosentido.com/2013/06/03/1270/