Las relaciones, todas, son un ir y venir. Las que no logran mantener este equilibrio, se empiezan a sentir abusivas para alguna de las personas.
En el caso de las relaciones de pareja, especialmente si estamos pensando en que duren mucho tiempo, hay que cuidar que esta sensación de abuso o desequilibrio surja y la mejor herramienta para esto es un buen diálogo de reciprocidad.
Un diálogo de reciprocidad no tiene nada que ver con reglas, obligatoriedad, con “yo te doy para que vos me des” y menos aún con “como vos no me das, entonces yo tampoco”, tiene que ver con lo mínimo que yo espero de una interacción particular con mi pareja expresado con palabras explícitas, directas, concretas y negociado en detalle por ambas partes, llegando a un acuerdo.
Los diálogos de reciprocidad se dan naturalmente todo el tiempo dentro de las relaciones, sólo que en algunos temas nos entendemos naturalmente y en otros nos toma ser más explícitos y es aquí cuando surgen las dificultades. Hay algunas creencias o expectativas que los dificultan:
Pero si tenemos x tiempo de estar juntos, debería saber: NO SABE. ¿Pero cómo no va a saber? Tiene explicación, pero lo único que hay que saber es que mientras yo no le diga explícitamente en palabras que la otra persona entienda y me asegure que entendió lo que yo necesito que entienda, NO SABE. Y si, probablemente tenga que volver a explicarlo muchas veces más porque el hecho que entienda hoy no implica que sepa mañana. Puede seguir sin saber.
No solo quiero que lo haga, quiero que lo quiera hacer: entonces querés emparejarte con vos misma (¿te aguantarías?). Si la persona, además de hacer lo que queremos, lo hace con gusto y placer, tanto mejor. Pero si no, si a pesar de no gustarle mucho o darle mucho placer lo hace, agradecer y dejar de estarse quejando es imprescindible.
Si te doy cebollas, me tenés que dar cebollas: en un diálogo de reciprocidad (y en la vida) cada quien da lo que pueda dar, dentro de sus posibilidades y deseos (entendiendo que siempre lo que queremos es mucho más grande de lo que podemos). Necesito estar clara de las posibilidades de la persona con la que estoy para que mi negociación tenga futuro.
Y digo negociación, porque el diálogo de reciprocidad es una negociación abierta y franca acerca de lo que queremos y esperamos de una situación particular. Como negociación necesita hacerse:
Desde mi llenura: Esto es como los negocios, si la otra persona es la del conocimiento, la del local y la del dinero y yo llego sin nada, ¿Qué voy a negociar? Nada. Agradeceré lo que me den, si acaso. De igual manera en la vida y en las relaciones, para poder negociar necesito no necesitar a la otra persona, tener una vida, ser independiente (que no tiene nada que ver con tener un carro propio, aclaro). Estar llena y sentirme plena yo sola para, desde el “no te necesito pero igualmente quiero estar con vos”, negociar.
Desde la aceptación: si no puedo aceptar un no como respuesta o si me voy a poner a juzgar (como válida/inválida, buena/mala, normal/no normal, apropiada/inapropiada, justa/injusta) la posición de la otra persona, no estoy lista para negociar nada.
Desde la claridad: yo necesito estar clara acerca de cómo es la otra persona y dejar de pensar que “debería” ser de otra manera para poder negociar sin reclamar y sin querer cambiar al otro.
Hablando de reclamos, estos no tienen cabida en una relación antes de un buen diálogo de reciprocidad. Solo se puede reclamar lo que se salga de lo que acordamos explícitamente vos y yo.
http://www.tusexosentido.com/2013/07/01/dialogo-de-reciprocidad/