Otro día más,
En el que respire el mismo aire,
En el que vi el mismo horizonte,
En el que sentí las mismas sensaciones.
Como quisiera haber sentido ese perfume,
Que entra por todos los sentidos,
Que toca el corazón,
Que hace estremecer el alma.
Ese perfume desconocido que no encuentro,
Que busco sin cesar cada minuto de mi existencia,
Que persigo en cada mirada perdida,
Que la esperanza no me deja resignar.
Miro dentro de mí,
Y solo veo el más grande de los vacíos,
Es tan grande como la partícula más pequeña,
En la inmensidad del espacio…
Y a pesar de todo, existe esa ínfima luz de esperanza,
Que mantiene mi respiración viva,
Que me hace soñar despierto,
Que no me deja claudicar.
¿Que pasaría si esa luz se apagara?
¿Acaso se podría apagar?
Y se apagara, ¿se podría revivir?
¿O sería el fin de todo?
A veces el vacío me tapa,
Me llena de una oscuridad segadora,
En donde no queres sentir el corazón,
En donde solo queres perder todos los sentidos.
¿Y si eso llegará?
¿Conseguiría la paz tan deseada?
Sería una paz eterna y oscura,
Pero una paz al fin.
No tengo miedo a esa paz,
Ni a enfrentar el mañana junto a tu perfume,
Con esa paz se terminan los sufrimientos y los problemas,
Y con tu perfume los enfrento junto con vos con todo mí ser.
¿Pero que hago con un corazón estancado?
Que va a la deriva sin rumbo,
Que no tiene el más grande los propósitos,
Que solo ve horizontes fríos sin perfumes ni sensaciones.
¿Con que esperanzas mirar al horizonte?
Donde solo hay una única partícula en el universo,
Que cada minuto parece perder un poco más de esa luz esperanzadora,
Que cada minuto parece crecer ese vacío eterno.
Mañana será un día más,
Donde solo espero lo mismo.
O será que tal vez, solo tal vez,
¿Pueda sentir ese perfume desconocido?
Bueno, si hago esa pregunta,
Es porque todavía esa luz no se apagó.
Todavía mis sentidos están vivos,
Todavía no está todo perdido.
Natrim – 07/12/2010