El triunfo es para cada uno de nosotros algo diferente, sin embargo, muy pocas veces consideramos que es algo que está a nuestro alcance. Alcanzar el triunfo sin duda requiere esfuerzo, no obstante, no tiene porqué ser tan difícil e inalcanzable, de hecho la parte más importante es focalizarte en lo que quieres y hacer un plan para conseguirlo.
Si bien, para conseguir el éxito debes hacer algunos sacrificios, no es necesario tanto estrés, ni angustia, ni trabajar más de lo que deseamos. Los jóvenes que comienzan sus estudios están a tiempo de corregir esta creencia que ha definido la vida de varias generaciones.
Es posible alcanzar tus metas, de forma más relajada y positiva. Todos somos capaces de crear la vida que merecemos, especialmente los jóvenes que dan su primer paso laboral.
Encuentra tu vocación.
No elijas un trabajo solamente por el salario o la posición que te ofrecen, porque finalmente te resultará una carga de la que sólo querrás huir. Pregúntate ¿Qué me gustaría estar haciendo dentro de 5 años? Visualízate en ello, y tendrás una idea más clara delo que has venido a aportar al mundo.
Atrévete a soñar.
Aunque muchas veces subestimamos a los soñadores, ellos aportan grandes ideas. Imagínate el mejor escenario para tu vida detalladamente.
Plantéate objetivos.
Transforma tu sueño en metas reales. Convierte cada detalle en un objetivo que quieras. Haz una lista de no más de diez objetivos y establece tus prioridades.
Planifica.
Fórmula un plan corto para cada uno de tus objetivos. Siguiendo tu sentido común, escribe los pasos lógicos que tendrás que dar para cumplirlos. No se necesitan grandes estrategias para alcanzar las metas, sino seguir con nuestra intuición de la manera más práctica posible. Debes preguntarte que es lo que debes hacer para conseguir tus objetivos y la respuesta más simple será tu plan de acción.
Acepta las dudas y los temores.
La realidad indica que solamente puede ocurrir un 10 por ciento de lo que nos dice la voz interna del temor. Identifica lo que temes, ser señalado, ser maltratado, o al fracaso, pueden ser los temores más comunes. Siempre pregúntate a ti mismo ¿Qué es lo peor que me puede pasar? Una vez que resuelvas esa pregunta, trata de buscarle una solución, y enfrenta tus miedos. Al dejar de sentirte presa del miedo, liberarás la emoción y éste perderá fuerza.
Escribe afirmaciones.
Pon la mente a tu servicio. Ya identificando el miedo, construye una oración de lo opuesto. Por ejemplo, si temes al rechazo, escribe: “Me aceptarán fácilmente”. Cada vez que sientas temor, respira profundo y repite en tu mente ésta afirmación. Siempre hay oportunidades, pero sólo comenzamos a verlas cuando nos sobreponemos a nuestras dudas y temores.
Relaciónate.
Todos salimos ganando cuando compartimos lo que sabemos. Relaciónate con las personas que están en la situación, así como los que van algunos pasos adelante y los que vienen detrás. Compartir, ser solidarios, y saber interactuar es clave para acortar tu camino.
No le temas al fracaso.
Hazte a la idea de que el fracaso es un ingrediente necesario, del camino al éxito, no su final. Las caídas son ocasiones para aprender una lección que necesitaremos más adelante. Y mientras antes sucedan, mejor. El único verdadero fracaso, es abandonar tu sueño.
Relájate.
Varias veces al día, date cinco minutos de descanso para descargar la energía negativa. Respira, sal a caminar, escucha música suave, o simplemente permanece en silencio. No trates de tenerlo todo bajo control. El sueño va cobrando realidad en su debido momento. Haz lo que tengas que hacer y espera con confianza.
Nunca pierdas de vista tu sueño, si es algo que anhelas, ten una actitud positiva siempre, a veces podemos desviarnos y enfocarnos en otras situaciones, perdiendo de vista nuestro sueño. Cuando se hace lo que se desea, se hace con gusto y a pesar de los obstáculos siempre habrá satisfacción al superarlos, abraza tu sueño, sólo tú eres capaz de hacerlo realidad.
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