la relación de pareja es –por lo menos en teoría- SIMETRICA, es decir que hombre y mujer son "pares", iguales. Ninguno de los dos “manda” al otro. Pero, lamentablemente, la lucha por poder y control suele aparecer en cuanto termina la luna de miel y, con el tiempo, puede destruir la relación de pareja.
Por eso es de suma importancia negociar y comunicar las expectativas sobre los siguientes puntos antes de casarse o convivir bajo el mismo techo:
- La distribución de tareas dentro del hogar
- El manejo del dinero
- Los "espacios personales" fuera del hogar
- La coherencia y unidad en la educación de los hijos, y
- El poder de decisión (quién tiene la ultima palabra)
Sobre este último punto mi opinión personal es que muchas mujeres han dejando de respetar a sus maridos y los tratan como sus sirvientes, cosa que hiere inmensamente el ego masculino. No es de extrañar entonces que esos hombres dejen de amar a sus mujeres. Duélale a quien le duela, la verdad debe ser dicha: El hombre es y debe ser la cabeza de la familia, la cabeza del hogar y, como tal, él debiera tener la última palabra en decisiones fundamentales, sobre todo cuando marido y mujer no logran negociar y ponerse de acuerdo.
También es fundamental que ambos tengan cuidado en detectar posiciones machistas o feministas en el otro: ambos extremos son malos. Si la persona con la que vamos a compartir la vida cotidiana tiene alguna tendencia extremista, la convivencia será dura y dolorosa.
El poder en cualquier relación de confianza y aceptación debe fundarse en una mutua decisión de quién se hace cargo de qué en el hogar y es así como cada pareja debe intentar buscar su propio estilo de ejercicio del poder y no dejarse llevar por el deseo de manipular o controlar al otro.
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