A ti… ¿ te dijeron alguna vez estas fatídicas palabras? Si las oíste de la boca de la persona que amabas o amas, recordarás el impacto emocional que se produjo cuando las escuchaste, y eso sucede porque por lo general ellas representan una declaración que incluye una velada amenaza de ruptura de la relación, o por lo menos, un diagnóstico claro de insatisfacción.
Sin embargo, la experiencia de las parejas que han vivido juntos por años, que han tenido hijos, que han pasado por buenos y malos momentos, parece afirmar lo contrario, es decir que se puede querer sin amar, por lo tanto se puede decir “te quiero” sin que esto opaque el vínculo actual de esa pareja.
La verdad es que la mayor parte de las personas no se preocupan en establecer categorías, ni piensan si quieren mucho o si sienten un amor apasionado, para ellos hay cosas más importantes en su proyecto de pareja que les brindan satisfacción y plenitud. En cambio, otros sienten que el desplazamiento del amor hacia el cariño o la ternura representa una pérdida que generalmente se traduce en la disminución del deseo erótico.
Frente a este escenario pueden adoptarse distintas actitudes, una de ellas es la adaptación, que se fundamenta en la valoración de todas las cosas buenas que tiene esa pareja y en la aceptación del desapasionamiento. Esto parece posible en las parejas que llevan años de convivencia, pero altamente improbable en los jóvenes. De hecho parte importante de las consultas de pareja actuales tiene relación con este conflicto, como ya fue desarrollado en el artículo “amigos solo amigos”, continuando con los temas centrales allí tratados aquí quiero profundizar a través de una frase dicha coincidentemente por varias pacientes “lo amo, lo adoro, pero no lo deseo”.
Me interesa tratar de comprender si esta afirmación es verdaderamente posible. ¿Se puede amar y no desear? ¿Puede un varón adherirse también a esa posición? Léase entonces “ nos amamos, nos adoramos, pero no nos deseamos”. Para mi hay algo disonante, algo que no me parece congruente. Creo que esas parejas expresan en voz alta un anhelo más que una certidumbre. Temen confrontarse con el significado de la ausencia de un deseo erótico activo, que es mucho más abarcativo que la baja frecuencia de relaciones sexuales y no puede reducirse a ellas, porque lo más frecuente no es la ausencia completa de relaciones sino que estas parejas continúan manteniendo relaciones ocasionales, casi por calendario, forzándose a cumplir un ritual que no los obligue a asumir el sentido de su distanciamiento erótico.
La defensa es clara, se evita el conflicto, se lo soslaya.
Esta actitud, para ser sostenible, debe requerir un acuerdo silencioso de ambos. Si cualquiera de los dos reclama insistentemente por este distanciamiento la situación rota hacia otra dirección más confrontativa.
Vuelvo entonces hacia la frase anterior y la reformulo “lo amo, lo adoro…pero no se que me pasa. Pienso en el sexo y en lugar de excitarme me apago”
Articulando estas expresiones voy a quitar algo para dejar el resto y veamos como suena.
…pero no se que me pasa. Pienso en el sexo y en lugar de excitarme me apago”. Ahora si empieza a tener sentido la declaración inicial que definitivamente tiene el propósito de amortiguar el peso de lo que sigue, porque si tu amas a tu pareja el deseo no se evapora como un liquido sometido a una temperatura elevada, es una consecuencia de actos conscientes y no conscientes, que inevitablemente corroen el amor (sea cual fuera el significado que cada uno quiera darle a esta emoción).
El amor y el deseo en una pareja (salvo que se desexualice al amor ) corren paralelos, no son expresiones separadas. Si se ama pero no se desea o si se desea y no se ama, algo está en cortocircuito y representa un distanciamiento que no se asume como tal.
Las parejas no debieran perder tiempo en ese ir y venir maldito de acercamiento y lejanía, ni en discusiones o reclamos, el punto es concreto y el deseo no se negocia.
Si alguien cree que ama, pero se retrae o se aleja de las caricias eróticas, ese amor es más una expresión de deseo que una realidad y así debe ser entendido.
De allí en más hay muchos caminos que recorrer, convergentes o divergentes, eso dependerá de la fuerza y de las convicciones de ambos.
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