Existen múltiples caminos por los que acceder al estado de consciencia pura. Cabría decir que hay tantos senderos como seres humanos ya que cada cual debiera de caminar por el suyo propio. Y, en última instancia, esto es lo que termina sucediendo. Pero podemos afirmar que, básicamente, existe dos vías principales de acceso:
– La instantánea
– La progresiva
La consciencia está siempre. Es nuestro deslumbramiento con los objetos externos lo que nos impide percibirla. El mundo exterior extiende un sutil velo que llega a opacar la luz de la consciencia provocando su olvido. Para recordarla existen métodos que provocan nuestro despertar a tal estado de manera instantánea. Bien a través de la ingesta de substancias químicas, alucinógenos, hongos, etc. o bien a través del contacto con la fuente por medio de alguien que ya viva en ese estado. Tales contactos pueden ser a través de la presencia, la mirada, el tacto, el sonido e incluso la palabra.
Un despertar repentino no siempre es lo más recomendable; por mucho que la mente quiera, y desee, llegar cuanto antes. A través de estos métodos instantáneos se descorre el velo de forma instantánea haciendo que se desmoronen todas las capas que conforman la estructura personal, pudiendo a la larga generar más perjuicio que beneficio. En todo caso siempre dependerá del grado de preparación y evolución del individuo. No olvidemos que no existen normas ni reglas fijas y que, a fin de cuentas, el despertar es siempre algo enteramente individual.
Son tantos los riesgos que se corren al ascender de forma repentina todos los peldaños que, a excepción de casos especiales y muy concretos, no nos atrevemos a sugerir el uso de tales métodos cuya inmediatez tenga la contrapartida de un elevado riesgo. Muy por el contrario, preferimos ir descorriendo poco a poco el velo de la ensoñación y permitir que la intensa luz de la consciencia nos bañe con lentitud evitando, de este modo, correr riesgos innecesarios.
La meditación es un método progresivo, y por lo tanto seguro. Poco a poco, con lentitud, dulcemente se profundiza en la realidad que uno es para ir descubriendo todo lo que no es; sin experiencias traumáticas. La meditación es un proceso de integración. No desintegra nada. Por el contrario, unifica todo.
Red Alternativa – Noviembre 07