Cuando esperamos a un invitado ¿no arreglamos, ordenamos y limpiamos nuestra casa?. Pues eso mismo es lo que vamos a hacer cuando hablamos de las condiciones adecuadas que faciliten la meditación. Vamos a limpiar nuestro subconsciente y a reordenar nuestra estructura personal. Y esta importante labor requiere una dedicación especial.
Para ello, se hace imprescindible disponer de un espacio y un tiempo que podamos dedicarlo por entero, y sin interrupciones, a la práctica. Esto no es algo tan difícil de conseguir. Bastaría con informar a los miembros de la familia de nuestra nueva tarea y desconectar el teléfono para así, aunque tan sólo sea por unos pocos minutos permitirnos “parar el mundo”. Sería, casi, casi, como irnos de vacaciones. Unas vacaciones cortas pero intensas y totales con el único fin de estar con uno mismo. Es tener la posibilidad de crear un refugio íntimo en nuestro interior.
Las cualidades requeridas para llevar a buen puerto esta práctica son la perseverancia y la paciencia. Si se persevera con paciencia el estado de meditación hace su aparición por sí mismo como lo que es: algo natural. Así pues, una suave perseverancia cargada de paciente escucha, y por lo tanto, de receptividad abierta, de aceptación plena, ante todo lo que aparezca en el campo de nuestra consciencia, sin juzgar ni rechazar nada, van a ser las principales cualidades básicas que vamos a necesitar.
Y sucederá como con toda labor: que dará resultados, frutos. Pero con la meditación no podemos pretender objetivos como con cualquier otro tipo de actividad mental, trabajo físico o intelectual. En la Meditación todo sucederá a su debido tiempo.
No empujes el río porque fluye solo.
De nada va a servir impacientarse o programar una fecha determinada de antemano. Es como plantar un rosal. No podemos hacer que florezca una rosa a nuestra voluntad el día y hora que nosotros queramos, por mucho que lo deseemos, o que nuestros pensamientos así lo repitan. Pero…, si ponemos las condiciones…, si una vez plantado lo abonamos, regamos, cuidamos…, sin lugar a dudas que, en el momento adecuado -que nosotros no vamos a poder anticipar ni programar con nuestra mente cuadriculada y mucho menos con nuestras fluctuantes emociones- la rosa florecerá y podremos disfrutar de su aroma.
Red Alternativa – Abril 07