La naturaleza de la mente es el movimiento, la acción, el saltar de forma constante de un objeto a otro, es decir: la distracción y la dispersión. Intentar detener la mente es un esfuerzo tan penoso como inútil, pero… permitir que la mente se aquiete es una posibilidad a tu alcance.
El secreto -si es que lo hay- consiste en aquietar el cuerpo. Si se detiene el cuerpo la mente tiende a cesar su movimiento. Pero, ésta anhela cualquier cosa menos detener su incesante actividad. Sin embargo, ¿qué sucedería si se continúa manteniendo el cuerpo en quietud sujeto gracias a una suave perseverancia…?
… sólo cuando las agitadas aguas del estanque de la mente se aquietan es posible ver el reflejo completo de la luna sobre la superficie.
La técnica es la simplicidad misma pues se trata de instalarse en una postura que permita mantener al cuerpo en una posición firme, estable y relativamente cómoda para desarrollar la atención y concentración necesarias que nos permitirán dirigirnos hacia nuestro interior, allí donde habita nuestra esencia.
Dedicar unos minutos diarios a “simplemente sentarse” a escuchar y observar todo lo que nuestro cuerpo, emociones y pensamientos quieran decirnos es abrir la puerta a la posibilidad de que se equilibren de una manera simple, sencilla y natural las distintas capas que componen nuestra estructura personal.
Esta “no actividad” es un instrumento idóneo para recuperar nuestro olvidado espacio interno de Silencio Interior y permitir que éste se convierta en un eje desde el cual vivir con equilibrio y plenitud.
Red Alternativa – Julio 06