En todo ser humano la autoestima es básica para su bienestar físico, emocional y social.
La autoestima del niño se comienza a formar en gran medida por los adultos que tiene alrededor y de las necesidades afectivas que estos le proveen. Los niños necesitan sentirse amados, respetados y cuidados, si no llegan a sentirlo pueden reaccionar de 4 distintas formas:
MANDANDO ATENCIÓN: Buscan de cualquier manera obtenerla, a veces con conductas agresivas.
DANDO NEGATIVAS ABSOLUTAS: ¡NO, NO QUIERO! ¡NO LO HARÉ!: en estos casos los niños se sienten tan indefensos que se defienden transformándolo en exceso de poder.
VENGANZA: Algunos niños llegan a creer que no se les quiere, generalmente son aquellos a quienes se les regaña con frecuencia y se desquitan mediante actos de indisciplina.
SENTIMIENTOS DE INSUFICIENCIA: El niño dice cosas como “soy tonto” “no sirvo para nada” buscando de manera inconsciente el reconocimiento y guía de los padres.
Es muy importante diferenciar si el mal comportamiento es realmente por problemas en el sistema de disciplina del hogar o por baja autoestima, ya que si no se hace, la ayuda que brinde pudiera no tener efecto. Un psicólogo clínico podrá serle muy útil para determinar la causa.
Observar, preguntar pero sobre todo escuchar a nuestros hijos es esencial para lograr esta diferenciación y así poder buscar la ayuda más adecuada para ellos.
Lic. Cristina Kennington Westmark