El ser humano es un ente emocional. Las emociones le dan sabor a la existencia; este mundo sería muy distinto sin ellas, y son tan inherentes a nosotros, que imaginar un mundo donde no existan las emociones, nos hace pensar en si la naturaleza humana, tal como la conocemos, existiría.
El problema con las emociones, es que muchas veces son tan intensas, que existe la idea de que es imposible que estas sean controlables, y que por el contrario, ellas nos controlan a nosotros. Y lo más grave, es que muchas veces estas emociones son negativas y pueden traernos consecuencias nefastas.
Pero, ¿qué son las emociones en realidad? ¿Son lo mismo que los sentimientos? Bueno, primeramente hay que entender que las emociones forman parte de los procesos afectivos de la psique (mente), del cual también forman parte los sentimientos. Gracias a esto, es fácil confundir sentimientos con emociones; es tal así su relación, que un sentimiento se puede formar producto de la experimentación continua de emociones, y una emoción puede ser la expresión subyacente a un sentimiento. Pero como veremos, ambos términos tienen características muy diferenciadas.
Las emociones se conceptualizan como vivencias afectivas simples, que se caracterizan por expresar la relación del sujeto (persona) con el objeto (el mundo exterior, estímulos, otras personas e inclusive cosas materiales) en forma intensa, brusca y de corta duración. Las emociones son, en todo sentido, la parte más primitiva de los procesos afectivos; son, para ponerlo de otra manera, más viscerales, más orgánicas, y participan en menor medida, la cognición. Es por esta misma intensidad, duración y falta de influencia de los procesos cognitivos, que nos parece que las emociones nos guían a nosotros de manera incontrolable, llevándonos a hacer acciones de las que nos podemos arrepentir después.
Así mismo, es en la intensidad y en la duración donde reside la principal diferencia entre las emociones y los sentimientos. Estos últimos se conceptualizan como vivencias afectivas complejas, que reflejan las relaciones más o menos estables entre el individuo y todo aquello que lo rodea. Es esta estabilidad, la que hace que los sentimientos tengan una presencia más larga en el sujeto, pero también menos intensa. Existe más participación de los procesos cognitivos en los sentimientos.
En palabras más simples, mientras los sentimientos son más estables y duraderos, las emociones son más intensas, menos estables y de menor duración.
Es importante hacer una aclaración. En las emociones existen aquellas cuya cualidad es positiva; es decir, que su experimentación nos causa agrado, y aquellas cuya cualidad es negativa, es decir, que su experimentación nos causa desagrado. En este artículo, nos enfocaremos en aquellas que son de cualidad negativa, pues son usualmente estas, las que deseamos controlar más.
Entre las emociones más conocidas tenemos:
Rabia : Una de las emociones que experimentamos con frecuencia; es la más demoledora de las emociones, puesto que su función primitiva era la de prepararnos para derribar obstáculos y pelear. Es un estado de ofuscación intensa, que sólo se acabará al derribar el obstáculo. Por supuesto, en la práctica esto implica tal vez destruir un cuarto o dejar inconsciente a alguien.
Miedo : Otra emoción ampliamente experimentada por todos, que no es más que un estado de alerta, producto de percibir la posibilidad de algún daño o peligro (que no necesariamente es real). La función primitiva de esta, era prepararnos principalmente para la huida, debido a que el peligro sobrepasa nuestras habilidades y capacidades.
Asco : La emoción más visceral de todas. Es un estado de rechazo hacia algo que nos desagrada. La función primitiva era la de evitar la ingesta de productos que podían ser venenosos o que estaban podridos. Por supuesto, esto se extendió a aquellas cosas que nos causaban repudio, desde el punto de vista afectivo.
Celos : Una emoción social y relacionada a los nexos afectivos profundos entre dos individuos. Es una respuesta a lo que se percibe como un peligro que sobreviene sobre una relación considerada valiosa. La función primitiva, era la de mantener a raya a los machos que querían procrear con las hembras que estaban ya en el circulo social propio del individuo.
Envidia : Es el deseo intenso de poseer un objeto que ya es poseído por otro individuo. La función primitiva de esta emoción, era la de motivarnos a obtener aquellos productos necesarios para nuestra supervivencia y que estaban en manos o en poder de otro individuo o de otros grupos.
Como podemos observar, todas estas emociones tienen funciones primitivas que, a través del paso evolutivo del hombre en el tiempo, nos ayudaron a sobrevivir. Por esto, están ampliamente vinculados con las necesidades y, por ende, con la motivación (aquello que nos hace actuar). Aquellas cosas o situaciones que impiden satisfacer nuestras necesidades, conducen a vivencias afectivas negativas, en este caso, emociones negativas.
Sin embargo, el hombre ha evolucionado. Ya no está a merced, como antes, de las leyes de conservación de la especie. No tenemos que pelear por nuestra comida, ni estamos amenazados por bestias que intenten comernos o hacernos algún tipo de daño, ni necesitamos (en teoría) de la tierra del otro, pues nos hemos extendido por toda la superficie del planeta, ni defender nuestra pareja, pues hemos establecidos convenciones sociales para evitar transgresiones de esta índole. Por lo que estas emociones, en su más amplio esplendor, no son tan necesarias para la supervivencia, como lo era en otros tiempos.
Por el contario, dar rienda suelta a estas emociones, crea conflictos, que en muchos sentidos son innecesarios. Por ejemplo, la rabia y la envidia, pueden generar en el ser humano, las emociones de ira y odio que, masificada, producen guerras. El miedo y el asco, generan los sentimientos de inseguridad y rechazo, que producen la segregación. Los celos, son uno de los principales causantes de la violencia de género.
Así pues, es fácil pensar que la supresión de estos procesos afectivos más primitivos, como son las emociones, eliminaría muchos de los males que la sociedad posee en general, y en cada uno de nosotros en particular, haciéndose presente en relaciones más cercanas con los que nos rodean.
Sin embargo, la solución no es tan sencilla. Primordialmente, porque las emociones son un todo que engloba, tanto las emociones negativas, que hemos visto anteriormente, como aquellas positivas tales como la alegría, la empatía, el sosiego, la gratitud, entre otros. Por lo que eliminar aquellas emociones negativas, implica eliminar también las positivas, estas que generan los sentimientos de amor, compasión, paz y caridad. De manera más secundaria, aún no se ha confeccionado o inventado algún método que suprima del todo las emociones.
Sin embargo, el control de las emociones, es otra cosa aparte. Se han hecho muchos estudios en el campo de la inteligencia emocional, que nos dan una respuesta a la pregunta ¿Cómo puedo controlar mis emociones?
Cabe hacer una aclaración. No se trata únicamente de controlar de manera absoluta las emociones; al menos, no en un principio, puesto que es bastante complejo y requiere de una gran capacidad de autoconocimiento y autocontrol, que sólo se gana con la práctica. Sino que también se trata de controlar los impulsos que acarrean estas emociones. Desde esta perspectiva existen 4 técnicas que permiten controlar estos impulsos, y nos dan tiempo para que las emociones se aplaquen (tomando en cuenta que las emociones son de corta duración).
MÉTODOS PARA CONTROLAR MIS EMOCIONES :
Inspira profundamente mientras cuentas mentalmente hasta 4.
Mantén la respiración mientras cuentas mentalmente hasta 4.
Suelta el aire mientras cuentas mentalmente hasta 8.
Repite el proceso anterior.
Control del pensamiento : Tanto las situaciones externas, como nuestros pensamientos, influyen en las emociones que sentimos. Por eso, el control de lo que pensamos es importante. Esta técnica trata de frenar los pensamientos negativos que causan las emociones negativas y, suplantarlos por pensamientos positivos que, en teoría, extinguirían las emociones negativas. Así pues, cuando te empieces a sentir incómodo y alterado, presta atención a los pensamientos que tienes en ese momento, frénalos diciéndote a ti mismo ¡Basta!. Y luego suplántalos por pensamientos positivos.
Relajación muscular : Como su propio nombre dice, su función es la de relajar el organismo y así también dilatar cualquier acción, impulsada por emociones negativas, hasta la extinción de las mismas. Esta técnica se da a través de la tensión y relajación continua de los distintos grupos musculares. Por ejemplo, para relajar los músculos adyacentes al cuello (musculo trapecio), se encogen los hombros hasta el punto de llevar estos músculos a su máxima tensión y luego se relaja. Este proceso se hará dos veces, manteniendo una respiración pausada. Y de esta manera, se hará con los otros grupos musculares.
Tanteo emocional : Esta técnica se emplea antes de enfrentarse a situaciones que sabemos provocaran emociones negativas, haciendo uso de nuestras experiencias previas e imaginación. Es como un ensayo en el cual nos imaginamos la situación que provoca estas emociones. Visualizamos lo que normalmente hacemos y sus consecuencia. Luego visualizamos lo que cambiaríamos, qué caminos alternos tomaríamos y que otras reacciones tendríamos, de manera que podamos evitar que las emociones negativas se presenten.
Estas técnicas requieren de práctica, pero servirán de buena manera para controlar nuestras emociones y evitar que las acciones que son impulsadas por estas se den, impidiendo consecuencias nefastas. Además, ayudarán a mejorar nuestro nivel de autocontrol y autoconocimiento.
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