La Astrología, como otras ramas del saber humano, tiene ante sí la posibilidad de expandirse o de mantenerse tal cual está.
Es innegable que existen varios niveles o planos de expresión y causalidad, podemos interpretar sólo uno o tratar de comprender cada uno de ellos… Como afirmó Jung «nadie puede interpretar más allá de su nivel de consciencia».
El nivel en la lectura astrológica dependerá de los planos o cuerpos activados en el intérprete-astrólogo, si se mueve prioritariamente en el plano físico, mecanicista y material en una orientación astrológica saturnina (primer chakra), la lectura se referirá a los hechos físicos, concretos y predictivos. La India como país saturnino por tradición, representa esta visión jerarquizante de la vida.
Si el astrólogo está orientado psicológicamente, su lectura manejará también el nivel emocional-astral y se focalizará principalmente en las relaciones del nativo, sus carencias, sus traumas y patrones.
Si prima el mental, buscará las explicaciones y los símbolos, abstracciones que traducirá de manera ampliatoria, dando mayor relevancia a los mitos.
Existen más niveles de lectura astrológica: la «etérica», implicaría el estudio del funcionamiento natal de cada uno de los chakras, sus potenciales, bloqueos o sobrecargas energéticas. Sería una lectura astrológica de los campos energéticos, la menos trabajada por los astrólogos.
El astrólogo que se maneja con conceptos causales (karma), buscará la conexión con los registros akáshicos que la carta moviliza, si éste puede llegar a ellos.
La conclusión es que cada astrólogo interpreta según los planos a los cuales tiene acceso.
Existen varios métodos útiles para intentar el restablecimiento de la armonía energética: las gimnasias orientales que conectan al hombre con su centro de poder y con la tierra (restauración del primer chakra), hasta el yoga que cumple una función de enlace con el cielo (séptimo chakra).
Desde el punto de vista astrológico, las casas de agua parecen dar una lectura general de los cuerpos; con la casa IV (Cáncer) como base de la encarnación: genética y mandatos, cuerpo etérico y matriz psicológica; la casa VIII (Escorpio), conectada ancestralmente con la muerte, que podría regir al cuerpo astral, y la casa XII (Piscis), conectada con la memoria arquetípica y los antepasados, con la consciencia cósmica, es decir, con los cuerpos búdicos: lo mental superior, la conexión con Dios, el cuerpo espiritual.
La tradición dice que Cáncer es la puerta de entrada al reino de la encarnación física y Capricornio el de su salida e ingreso ascensional hacia el cielo.
Los campos etéricos, astral, mental y casual cambian constantemente, los chakras son transmisores y transformadores de energía de campo a campo, sincronizando las diversas energías: astral, mental.
¿Qué son los chakras? Son centros o vórtices de energía que conectan el cuerpo físico con los distintos cuerpos. Trabajar sobre éstos, es la clave para aclarar percepciones erróneas acerca de nosotros mismos.
El karma puede ser cambiado a través del trabajo sobre estas «puertas giratorias».
Como los chakras son centros de energía que reflejan quiénes somos y lo que pensamos, y la energía que sigue al pensamiento, primero debemos trabajar con los pensamientos, sentimientos.
Las enseñanzas hindúes señalan que existen siete chakras y cinco tattwas o elementos.
Los tattwas o elementos son Prithivi que es la tierra, conectado con el cuadrado como símbolo y con el primer chakra, Muladhara ("mula" raíz y "adhara" soporte); Apas que es el agua, relacionado con la media luna y con el segundo chakra, el Svadisthana (de "sva" sí mismo y "adhistana" sede), Tejas correspondiente al fuego, cuyo símbolo es un triángulo con la punta hacia abajo, se relaciona con el tercer chakra y su nombre en sánscrito es Manipura que significa «la ciudad de las gemas»; el cuarto elemento es Vay, el aire, su chakra es el cuarto, Anahata, que significa «punto de vida», y su símbolo es la esfera.
El quinto elemento es Akasha o éter, corresponde al círculo y al quinto chakra o Vishuddha ("vi" significa "por encima de toda comparación" y "shuddha" purificado). Todos los elementos se unen en este tattwa, que es la depuración de todos los elementos anteriores.
Los dos restantes chakras (sexto y séptimo), carecen de elementos directos. Puesto que el quinto es la puerta de la liberación, anuncia el paso a otro nivel, la persona que alcanza a activar y trabajar el quinto chakra, limpia su karma y llega al Akasha, que representaría el reconocimiento y recuerdo consciente de todas sus vidas anteriores.
Desde el punto de vista de las posibles relaciones planetarias y los 7 chakras principales, el primer chakra está regido por Saturno, residuo de la mayor cantidad de karma físico y material. Como es la sede de la kundalini, la energía de la vida, puede estar también relacionado con Plutón.
Saturno parece conectar más con la limitación kármica, genética-ancestral, y Plutón con la potencialidad de transmutación-destrucción/construcción.
La supervivencia física, la identidad y la seguridad están ligadas a este vórtice. Indica cómo resolvemos nuestras necesidades básicas: alimento, vestido, cobijo, dinero, sexo. Las imágenes conectadas son la serpiente y el dragón. Tiene relación con la huida y la lucha. Se conecta también con nuestros derechos: a vivir, a ocupar un espacio, a prosperar… El apego, el miedo, el materialismo, la falta de imaginación y la rigidez, son sus facetas negativas; el sentido de realidad y la lucha, son su lado positivo.
Conviene cuidar mucho la lectura astrológica, porque alguien muy saturnino o con mucha tierra, podría tener este primer chakra debilitado debido a los miedos que paralizan.
El segundo chakra, bien podría estar regido por Júpiter y la Luna. Se encuentra ubicado a dos dedos por debajo del ombligo. Es el centro de la procreación y la emoción, del placer, el bienestar y la sexualidad.
Se relaciona con la identidad femenina. La dependencia afectiva y los bloqueos creativos, tienen su base en este centro.
Se conecta con el quinto chakra o de la garganta, ver el ejemplo de los famosos "castrati" que eran castrados en la pre pubertad para que no perdiesen su voz infantil ni sus formas corporales preadolescentes, ya que la Iglesia de la época prohibía que las mujeres cubriesen los roles que les correspondían cantando.
La parte dorsal del segundo chakra se conecta con bloqueos creativos, con el significado de la vida, cubre todo el espectro de: angustia, codependencia, compulsiones, justicia, rechazo, desilusión, resentimiento…
El tercer chakra está regido por Marte y por Sol, se ubica en el plexo solar. Es la sede del fuego interior, y se vincula con el poder personal. Está relacionado con la autovaloración, la autoestima y la toma de decisiones.
El exceso de energía o actividad en este chakra, genera abuso de autoridad, ira, comportamiento ofensivo. Se dice que el tercer chakra es un pequeño sol donde arden las energías de oxidación, lo que se quema a través de la digestión, que es una llama interior. El exceso genera control, ira y tiranía, pero también liderazgo. La insuficiencia trae pasividad, sometimiento y cobardía.
La buena y mala compañía, la acción desmesurada, pero también el servicio, se relacionan con Manipura. Un Saturno en mala disposición a Marte, podría bloquear este chakra. También se deben ver las progresiones y tránsitos de Marte para ver cuándo podría revertirse para bien la situación, o empeorar en casos de patologías médicas o psicológicas.
El odio, el miedo, la rabia, la angustia nacen de este vórtice, el fuego interno quema todos estos venenos o los transforma en acción, valentía.
Marte es el antagonista, el destructor o el defensor de Manipura, el soldado que defiende la ciudad de las gemas. La activación del mismo genera mucha energía, es fácil ver cuánto ayudan aspectos como Marte-Júpiter.
Así como el segundo chakra es la sede del poder femenino, el tercero lo es del poder de los hombres.
El cuarto chakra está regido por Venus, se encuentra en el chakra cardíaco.
Este chakra en buen funcionamiento nos vuelve amorosos, y como dice la Biblia: «Sin amor nada soy». Cuando San Pablo habla de las tres virtudes, fe, caridad y amor, pone al amor por encima de las anteriores.
El amor, el gozo, la unidad, la paz, la afinidad, la autoestima, el amor sin condiciones, están aquí. Sabemos que los grandes dramas humanos nacen del corazón, si este chakra está mal dispuesto, puede dar origen al narcicismo (como un Sol-Venus en Leo sin canalizaciones positivas), a la pereza y la crueldad: aquí nacen las cosas santas y las crueles.
Dicen los hindúes que hay que visualizar los dulces ojos de una gacela para limpiar el Anahata (cuarto chakra o centro cardíaco), que es el centro de la compasión.
Este chakra debe activarse para recibir mensajes de los sueños, realizar proyecciones astrales y para la escritura automática, así como para curar.
Es preciso recordar que hasta este chakra todo es polar, dual.
El quinto chakra está regido por Mercurio, se encuentra en la zona de la garganta. Es la sede de la palabra, la autoexpresión creativa, el permitirse ser, la voluntad y la admisión de las propias necesidades. Es el asiento de la responsabilidad y del poder de elección.
La parte dorsal se conecta con la toma de decisiones, la canalización, la verdad, las creencias, los acuerdos; el lado izquierdo siempre es la madre, el derecho el padre.
La meditación sobre este chakra activa las memorias de vidas anteriores, porque su elemento es Akasha (éter) el que purifica y disuelve los cuatro elementos anteriores generadores de los pecados de acción/omisión (fuego), crueldad/compasión (agua), rigidez/construcción (tierra) y mente mecánica/fría sabiduría (aire).
El sexto chakra, Ajna chakra o «tercer ojo», no tiene un elemento aún debido a que se dice que no se manifestó, no hay activación real del tercer ojo, se conecta con la glándula madre, la hipófisis.
El tercer ojo es donde se reúnen Ida (la conciencia lunar) y Pingala (la conciencia solar). Señalan el fin de la dualidad, del tiempo, no hay sexo ni tiempo, sólo conciencia. Urano podría considerarse el regente de este chakra.
El séptimo chakra o «loto de los mil pétalos», se ubica en la coronilla. En Tantrismo se dice que hay un chakra menor en el interior del séptimo, se trata de Soma (Luna), la fuente del néctar, que se encuentra por encima de Ajna (sexto chakra), en el lugar donde se hace el vacío entre los hemisferios. Este chakra, Soma, es la sede de la luna y del néctar (energía), allí se sienta Kamadhenu (la diosa blanca con cabeza de vaca).
El séptimo chakra rige la belleza absoluta, la espiritualidad, la conexión con lo divino.
¿Qué planeta asignarle a la conexión con Dios, quizás a Dios mismo en nosotros? ¿Neptuno? ¿O un planeta aún no descubierto?
De este conocimiento, es posible deducir que la Astrología permite diagnosticar entonces en qué estado estaban cada uno de los vórtices energéticos al nacer, permite también ver qué enunciado es sostenido por cada chakra (conectado a vidas pasadas).
Según las conexiones con los nodos lunares y los regentes de los mismos, se puede ver cuál es el vórtice eje de la solución.
Cada planeta mantiene un diálogo abierto con los restantes con los que se conecta: existe por tanto la posibilidad de realizar una extensa interpretación a nivel energético.
Podríamos entonces servirnos de la Astrología como elemento diagnóstico, y luego utilizar las otras herramientas terapéuticas a nuestro alcance para lograr el equilibrio: meditación, visualización y terapias ligadas tanto a la parte energética, como a la terapia a vidas pasadas (terapia regresiva).
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