Toda enfermedad es anímica antes de manifestarse en el cuerpo físico. Cuando el espíritu y la mente no están sincronizados a causa de cualquier desarmonía o malestar, afecta a todo el organismo, y comienzan a aparecer los primeros síntomas de la enfermedad. «Estar enfermo significa estar desconectado del Todo... Si alguien está enfermo esto quiere decir que ha perdido la capacidad de sanarse a sí mismo. Ya no es consciente de su propia fuente de curación. El sanador lo ayuda a reunirse con su fuente... La función del sanador es la de reconectar».
Reiki funciona a todos los niveles físico, mental, espiritual y dentro de la mente consciente y del subconsciente de todos los seres humanos, devolviendo al cuerpo y a la mente a su estado de homeóstasis y bienestar original. Esto ocurre muy rápidamente en los casos más agudos, y de forma paulatina cuando se trata de enfermedades y desequilibrios crónicos, y es de gran ayuda que el enfermo acepte participar de manera consciente en su propia sanación, escogiendo transformar su convicción de estar enfermo en una actitud positiva, y volverse responsable de su salud. En este sentido, un profundo cambio de actitud del paciente ayuda de manera decisiva en el proceso de curación. La decisión consciente y la libre elección de curarse, saboteada a veces por resistencias inconscientes que es preciso descubrir, en muchos casos constituyen el motor principal de la recuperación y posterior proceso de sanación.
El Reiki permite a cada individuo liberarse de sus propias tensiones y de las emociones reprimidas, proporcionando un medio rápido y efectivo para eliminar la causa de la enfermedad. «Curad la causa, y desaparecerá el efecto».
Las indicaciones son múltiples, prácticamente sin límites. Se puede afirmar que el Reiki actúa a todos los niveles y en todas las enfermedades, por lo tanto no hay situaciones en las que uno no pueda aprovecharse de la canalización de la fuerza vital universal.
Trastornos y molestias corporales, disfunciones metabólicas, lesiones orgánicas profundas, dolores agudos y crónicos, enfermedades degenerativas, bloqueos energéticos, tensiones musculares y nerviosas, estados de perturbación emocional, depresión y falta de vitalidad, nerviosismo, insomnio y estrés en sus varias manifestaciones. Incluso enfermedades graves, como los diversos tipos de cáncer, el sida y otras manifestaciones de inmunodepresión, quemaduras...
Prácticamente todo el ámbito de la patología humana y veterinaria responde positivamente a la sanación por Reiki. Alergias e intolerancias, asma y otras manifestaciones psico-somáticas se pueden aliviar y curar por su acción armonizadora sobre el sistema inmunológico. Disfunciones endocrinas, como la diabetes, se regularizan progresivamente permitiendo así una disminución de las terapias hormonales. En caso de lesión traumática, como una fractura, Reiki acelera el proceso de consolidación, estimulando las fuerzas de regeneración orgánicas. Las heridas se cicatrizan más rápidamente, las quemaduras graves y extendidas se pueden curar sin infecciones y sin dejar cicatrices antiestéticas. Los pacientes cancerosos tratados con quimioterapia y radioterapia notan alivio e incluso desaparición de los efectos colaterales y secuelas, experimentando una estimulación de la vitalidad en general y de las defensas inmunológicas en particular.
No existen contraindicaciones ni efectos secundarios negativos, no es posible una sobredosis porque el proceso se autorregula y se limita a la capacidad receptiva de absorción del paciente. También proporciona una valiosa ayuda en el campo del equilibrio ambiental, ayudando a restablecer la armonía en situaciones traumáticas y conflictivas, como son las relaciones familiares y profesionales.
Un discípulo le preguntó a su maestro cómo mejorar su trabajo de sanación. El maestro respondió: «tu sanación es una de las dimensiones más delicadas. Lo delicado consiste en que el sanador no haga nada. El sanador no es realmente sanador porque no es él el que cura. La sanación acontece a través de él. Sólo tienes que anularte, desaparecer. Ser sanador significa realmente un estado de no ser. Menos estás, mejor ocurre la sanación. Cuanto más estás, más se bloquea el canal. Dios, o lo Absoluto, o cual sea el nombre que prefieres, es el sanador... Sanarse significa estar reunido con el Todo... Ser sanador es solo una función. El que hace es Dios, el Todo... Si quieres realmente ser un sanador tienes que aceptar tu vacuidad, este será tu trabajo: volverte más y más vacío de ti mismo. Cuando te vacías, por un lado desapareces, y, por el otro, Dios penetra. El espacio ocupado por el ego lo ocupa Él... Esto es todo el problema y todo el arte de la sanación, cómo anularte, cómo transformarte en un vacío».
La fuerza universal de vida es tan poderosa y luminosa que el sanador no absorbe la energía personal del paciente, a diferencia de muchos métodos de trabajo corporal, donde siempre hay que tener en cuenta el factor de retroabsorción para evitar conscientemente, a través de diversas técnicas, la transmisión de cualquier carga negativa entre paciente y terapeuta. El sanador que canaliza Reiki no puede transmitir a otros su negatividad y sus tensiones, lo que representa una de las grandes ventajas del Reiki, ya que éste fluye por un canal autónomo independiente del campo energético del sanador, lo cual permite canalizar y recibir Reiki en cualquier estado físico y mental, lo que constituye una excepción única en el mundo de la sanación. Al contrario, la energía del Reiki fluye sin ninguna intervención voluntaria, sin necesidad de concentración o de un particular estado de conciencia por parte del sanador, sólo es necesaria la disponibilidad consciente de ambas personas para darla y recibirla. No obstante, la meditación y el silencio mental que se enseñan en el Segundo Nivel, ayudan a ampliar el flujo y canalización del mismo y en la percepción extrasensorial.
Dentro del fenómeno de la auténtica sanación es muy claro el célebre Hayku Zen: «Sentado en silencio, sin hacer nada, la hierba crece por sí misma y llega la primavera».
La aplicación de Reiki es muy sencilla y natural. Una sesión puede durar aproximadamente una hora o más según las necesidades y disponibilidad del paciente. También existen técnicas rápidas de diez a quince minutos para situaciones de emergencia, como accidentes, traumas o estados emocionales agudos. Si por falta de tiempo la persona no pudiera recibir la sesión completa no importa, unos minutos de Reiki siempre ayudan: Más vale un poco de Reiki que nada.
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