Vivimos deprisa, sin tiempo para nada. Comemos “comida rápida” deprisa, vamos al trabajo deprisa, llevamos a los niños a las extraescolares deprisa, preparamos la cena deprisa, organizamos nuestra vida a modo de “tetris” para que todo se acople adecuadamente.
Vivimos en la economía de las amistades, no tomamos tiempo para conocernos y no llevarnos a engaño, y al final, decepción y soledad.
Vivimos en la economía de las palabras, nos basta con leer los titulares en la prensa.
Vivimos en la economía del esfuerzo, el dinero lo resuelve todo, pago con dinero olvidando la satisfacción que me puede dar lograr algo con esfuerzo.
Vivimos sin ver los colores, sin oler los olores, sin escuchar los sonidos, sin tocarnos ni percibir las sensaciones, sin saborear la vida.
Vivimos sin saborear la vida”
Vivimos deseando lo que no tenemos, consumiendo lo que no necesitamos cautivados por una publicidad que nos lava el cerebro, viviendo vidas de otros o vidas virtuales que nos dan la dosis diaria de soma para evadirnos de nuestra realidad, viviendo con muchos objetos alrededor y sin tiempo para compartirlos o para usarlos.
Vivimos en la exigencia de ser superhéroes, hay que poder con todo, hay que ser perfecto.
Vivimos… estresados.
Necesitamos PARAR. Parar a pensar, quién soy, qué necesito, qué deseo, qué siento, qué quiero, pararme a pensar quién eres, qué necesitas, qué deseas, qué sientes, qué quieres.
Necesitamos PARAR. Parar para disfrutar, para compartir, para educar a mis hijos, para estar sano, para saber lo que quiero, y lo que no quiero, para tomar decisiones, para resolver mis problemas, para darme cuenta… necesito PARAR.
Raquel López Vergara