¿Cuántas veces has jurado que deseas algo con cada fibra de tu ser? ¿Cuántas veces te has quejado porque no importa cuánto lo intentas simplemente no puedes lograrlo? A veces pareciera que el destino se encapricha en negarnos esas cosas que anhelamos con el alma…Pero, ¿es el cruel destino el culpable de nuestra desdicha o nuestro propio inconciente?
Ese puesto de trabajo tan soñado, nuestra alma gemela, más amigos, ser el mejor de la clase, etc, etc. metas hermosas que parecen escurrirse de tus manos inevitablemente. Suele suceder que no conseguimos lo que queremos por el simple hecho de no estamos preparados todavía para ese desafío y lo sabemos, por eso, inconcientemente haremos todo lo posible por sabotear las oportunidades que se nos presentan o simplemente evadirlas por completo.
Podemos intentar convencernos y convencer a los demás que queremos más responsabilidades o cambios asombrosos en nuestra vida, pero ese discurso puede no estar sustentado en la realidad. Quizás creamos que estamos preparados para el gran momento de nuestras vidas, pero no podemos engañar a nuestro corazón.
Así que cuando digas desear algo reflexiona con cuidado que es lo que eso te hace sentir, ¿es realmente lo que quieres en tu vida ahora o sabes que todavía no estas listo para recibir eso?
Nada de malo tiene no estar preparado para los grandes desafíos que se nos presentan, la clave no yace en mentirnos a nosotros mismos, sino en comenzar a convertirnos en ese tipo de persona que si está lista para poder llevar adelante esas bellas metas que quieres.
Sino estamos cien por ciento preparados para lo nuevo, lo evitaremos, lo alejaremos, y ni siquiera lo haremos en el plano conciente, lo cual sin duda nos llevará a la confusión y a la frustración. Es hora de una brutal honestidad y de comenzar a trabajar con mucha paciencia en esas cualidades que debemos desarrollar.
Supongamos que deseas tener una pareja que te quiera de verdad, te respete, te cuide, te brinde todo eso que necesitas y mereces. Primero debes pensar qué fue lo que no funcionó en las relaciones anteriores, tenerlo bien en claro para no volver a cometer los mismos errores. Piensa en el tipo de personas que te atraen, ¿se repite algún patrón? ¿Es ese patrón negativo o positivo? ¿Cómo te manejas en pareja? ¿Eres demasiado absorbente o independiente? ¿Te cuesta sentir empatía? Una vez que tengas en claro ciertos aspectos de ti mismo, debes intentar dejar ir todos esos comportamientos o ideas que entorpecen tu relacionamiento con los demás. En vez de lanzarte a los brazos de alguien, primero debes tener en claro quién eres, saber cuáles son tus debilidades, tus fortalezas. Puedes trabajar en esto primero y luego pasarás al siguiente nivel, el salir con las personas. Intenta no actuar impulsivamente ni idealizar demasiado rápido a alguien, muévete con cuidado siempre teniendo en cuenta cómo sueles conducirte en las relaciones. Luego de que te sientas cómodo, esté en claro hacia donde quieres ir y hayas trabajado para convertirte en la clase de persona que es capaz que mantener relaciones amorosas saludables, estás preparado para el gran momento.
Piensa en la meta que deseas y piensa en las cualidades que deberías poseer para poder obtenerla. Cuando tengas en claro qué deberías hacer y pensar para convertirte en esa persona que quieres comienza a trabajar hacia eso, pero nunca intentes saltearte estadios. Lentamente arma tu propio plan de aprendizaje, no temas al error, es un proceso que invita a aprender así que no interesan los resultados sino que experimentes qué puede funcionar, con qué te sientes más a gusto, cuáles crees que son las maneras más sencillas para ti para obtener determinados resultados. Ten mucha paciencia contigo mismo y no temas ir incorporando nuevos desafíos o rutinas, si lo haces paulatinamente nada te resultará violento ni brusco y puedes mantener el cambio por más tiempo.
Así que aquí lo tienes, piensa en que quieres ser y cómo deberías actuar para lograrlo, tus anhelos no se materializarán hasta que estés preparado para recibirlos.
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