¿Qué tiene la sonrisa que la convierte en la varita mágica de las relaciones humanas? Pero antes de proseguir, aclararemos lo que implica y lo que es una relación. "Relacionarse" es poner en comunicación con otra persona el contenido psicológico de las propias actitudes. Según los sabios orientales, y a tenor también de lo que en el terreno científico se está descubriendo con la cámara kirlian y su aplicación al estudio de los campos bio-energéticos del cuerpo humano, las diferentes actitudes mentales y emocionales, en el fondo, son corrientes de energía electromagnética que brotan de ciertos puntos locales de la cabeza, el pecho y el abdomen, expresándose estas energías en una constante circulación por todo el organismo y su aura psíquica.
Al entrar en relación con otra u otras personas, estas energías de las propias actitudes psicológicas se irradian, a partir del corazón (de su vertiente etérica como Chakra o centro de energía), hacia las manos, los ojos y la cara. Así, la energía del corazón, sea de la calidad que sea, se pone en comunicación y entra en contacto con las energías anímicas del corazón de las personas con las cuales se establece la relación.
La mirada que manifiestan los ojos, la expresión de la cara, la utilización de las manos y la irradiación del corazón no son otra cosa que corrientes de dinámica energía anímica puesta en acción. A través del corazón es como expresamos a los demás la calidad de nuestras actitudes, pensamientos y estados anímicos. Y, a través del corazón, es como recibimos y sentimos lo que los otros nos transmiten.
En una relación entre seres humanos, los corazones se ponen en contacto a través de la mirada, la expresión de la cara y los gestos corporales.
Y contacto es unión y unión es conocimiento, y de ese conocimiento surge una reacción emocional de apertura o de rechazo.
La dependienta de Almacenes XX era incapaz de vender, tenía problemas en sus relaciones profesionales. ¿Por qué?. Por la fría actitud de su corazón. Ella no amaba al público y, al no amar, la energía no fluye del corazón, la mirada es fría, la cara inexpresiva y la disposición poco acogedora.
Los antiguos sabios de la India védica practicaban la Surya-Vidya, la Sabiduría del Sol. Todas las mañanas, al amanecer, ponían las manos en el corazón, el sol del cuerpo dejando que el amor fluyera hacia todas las personas, hacia todas las cosas... mientras mantenían una dulce expresión en sus rostros.
Amar es sonreir, sonreir es dar, y dar es cooperar con el progreso de la vida.
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