Por lo que he visto, todos nacemos buscadores. Es mas, creo que vinimos a eso. Pero algunos nos envolvemos o nos dejamos envolver en tantas capas que quedamos ciegos y ya no lo recordamos y nos conformamos con lo que nos dicen que tenemos que vivir. Bajo estas circunstancias, la palabra buscador es extraña, vacía, no se entiende.
Para los que se han quedado allí, confundidos en el olvido, un buscador es un desconformista, un rebelde, a veces un perdido, quizás un loco, un pecador que busca porfiadamente mas allá de las explicaciones que ya se han dado, un charlatán que habla cosas raras, un atrevido que quiere ver mas de lo razonable o aceptable. Para estos, un buscador puede ser cualquier cosa, todo depende del tipo de capas que los envuelve, la composición de las capas determinará su juicio e interpretación.
Algunos buscadores se envuelven tanto que creen haber encontrado el camino, sin embargo, en el fondo mas profundo de sus corazones algo les dice que lo logrado podría ser un poco más, siempre un poco mas. Dependiendo del espesor y la composición de las capas, algunos de ellos pueden ser buscadores sin darse cuenta, sin tomar conciencia de ello. Otros ni siquiera se dan cuenta de nada, están tan envueltos, tan ajenos, que no tienen ni una vaga idea de nada.
Sin embargo, por la razón que sea, algunos nos declaramos a nosotros mismos buscadores y nos resistimos a vendarnos concientemente, por la razón que sea, porque atendemos un llamado, o porque somos llamados o porque hemos trabajo en este tema en vidas pasadas, o porque la evolución es así. Las razones pueden ser muchas.
Sabemos que nuestro libre albedrío es más que aceptar lo que nos dicen y no renunciamos del todo a él, decidimos que podemos usarlo y desde ese momento nos transformamos en el que busca por su propia cuenta, reconfirmando nuestra libertad, iniciando una búsqueda a veces incomprensible para el mismo buscador o para sus seres cercanos. Evidentemente también, a estas alturas estamos llenos de capas, pero concientes de no querer cubrirnos por completo, resistiendo lo que mas podamos, arrancando, o luchando, o escondidos para poder evitarlo o cualquier otra forma inimaginable de querer mantenerse vivo en la búsqueda personal, tan personal que nadie puede hacerlo por nosotros.
El camino del buscador podría ser dichoso, pero generalmente es muy pesado. Además de todo lo cotidiano existe esta inquietud que no se puede dejar, es una necesidad vital, nada puede ser de más urgencia y es aun mas complicado cuando ni sabemos lo que buscamos.
Una búsqueda sin saber lo que se busca es terrible, es muy desgastadora. Ese algo puede estar en cualquier parte, cualquier persona puede saber de ese algo, alguna pista puede aparecer en cualquier circunstancia, se mantiene una alerta permanente, no se puede perder ninguna oportunidad de ver algo que nos acerque a ese algo.
A veces, es un delirio y una actividad que consume por completo. Ese algo tiene la fuerza suficiente para encandilarte y tenerte allí a la espera. Los caminos son tantos y cualquiera de ellos puede ser el apropiado, algunos buscadores se quedan conformes en un camino que les ofrece encontrar lo que se busca al final, un final que ni se vislumbra. Algunos se quedan en el afán de probar y probar el máximo de caminos, pensando que la búsqueda consiste en eso.
Algunos llegan a saber exactamente lo que andan buscando y ese encuentro es ya un encuentro, al menos saber lo que se busca es un gran enfoque, ya se sabe por donde ir. Cuando el buscador se da cuenta de lo que busca, la búsqueda comienza a terminar. Pronto, en cualquier momento lo puede lograr, todo ha estado allí mismo siempre, simplemente lo puede tomar, al menos se ha dado cuenta que solo está impedido por las capas que no pudo evitar que lo envolvieran.
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