Hay tantas estrellas en el cielo como formas de experimentar la vida sexual. La sexualidad puede llevar a cualquier hombre o mujer a participar en momentos donde se mezclen todo tipo de sensaciones y emociones, ya sea de dolor y sufrimiento hasta el placer más sublime. La gama de experiencias sexuales es interminable, se puede decir que el sexo se puede disfrutar así como uno pudiese disfrutar el mar, uno puede experimentarlo ya sea viéndolo de lejos, en fotos, en la tele, o ir a hasta él y caminar cerca, “meter los pies” y dejarnos acariciar por su agua, o simplemente cerrar los ojos y escuchar sus sonidos, o nadar en sus tibias aguas, quizá surfear, o navegar en sus turbulentas corrientes subterraneas, o bucear dentro de sus misteriosas profundidades y curiosear por ahí, quizá se encuentre alguna vez uno de esos tesoros que esconde, ahí donde no todos alcanzan a llegar.
En fin, que la lista para experimentar el mar es extensa, pero sin duda, así como todos podemos tener la alternativa de vivir el mar a como nos plazca, también tenemos la alternativa de vivir el sexo a nuestro mejor gusto y placer. El buffet es amplio. Sin embargo, sea como sea que prefiramos vivir nuestra vida sexual, es indiscutible que, como sucede en todo arte, entre más conocemos y entendemos, más creativos podemos ser, más podemos conducirnos a sensaciones nuevas y podremos atrevernos a expresarnos creativamente, y antojar a los demás a hacerlo también.
Pero vayamos más despacio….
¿Qué es el sexo?
El sexo es una función biológica, un proceso mediante el cual los humanos o cualquier especie ya sea animal o vegetal evolucionada, se reproduce. La principal misión del sexo es la de llevar la célula reproductiva masculina hacia la célula reproductora femenina (en los humanos el espermatozoide y el óvulo respectivamente), de manera que se pueda llevar a cabo la fecundación, y se pueda entonces propagar la especie.
La sexualidad, por otro lado, es la capacidad que se tiene de mezclar, durante el acto sexual, sentimientos y emociones de afectividad y amor.
La Sensualidad
La sensualidad no precisamente tiene que ver con el sexo, pero si puede ser un gran conductor de la sexualidad hacia expereincias realmente profundas y sublimes. La sesualidad se refiere a la capacidad que tenemos de sentir la vida de una forma placentera. Con base en lo anterior, podemos decir que entre más sensual es una persona, más desarrollado tendrá el talento de relacionarse a partir de una intimidad muy personal con la vida, es decir, más esta persona podrá ser capaz de entablar un contacto emocional gozoso con todo lo que le rodea.
Una persona sensual es una persona que tiene, para empezar, mucha seguridad en si misma, es alguien que ha aprendido a apreciarse en todo sentido y a disfrutarse a si mismo. Entre todas esas cosas que disfruta de si mismo, esta sin duda su cuerpo, con el cual a aprendido a gozar y disfrutar lo que experimenta dia a dia.
El cuerpo de una persona sensual es el combustible con el que se enciende la imaginación, lo romántico, lo emotivo. El cuerpo y la imaginación son los elementos afrodisíacos de una persona sensual. Una de sus mayores fuentes de su poder sexual esta en la curiosidad y la capacidad de acercarse íntimamente a las cosas.
Ser sensuales
El olfato, oído, tacto y la vista son nuestras antenas receptoras para recibir al mundo. Lo que hagamos con lo que recibimos de allá afuera depende de nostros. A medida que tengamso la capacidad de transformar lo que recibimos en algo disfrutable, más podemos decir que nuestros sentidos se abrirán, se agudizará nuestra capacidad de sentir, y nos volveremos más sensuales.
Para empezar a desarrollar el arte de la sensualidad y abrir nuestros sentidos, hay que dejar a un lado lo que dice la cabeza y suprimir al editor interno que dice que algo es “malo”, “bobo” o “sin sentido” y dejar que el cuerpo simplemente sienta. Para incrementar nuestra sensualidad podemos empezar por dejar de ir de prisa por la vida y vivirla más despacio, tratar de estar en cada momento con todos nuestros sentidos, sentir, por ejemplo, la ropa que traemos puesta, los olores que nos rodean en este momento, la armadura del zapato que rodea nuetro pie. Podmeos jugart también a rozar con una mejilla lo áspero del tronco de un pino, u oler las superficies de los muebles, o escuchar el crujido de las llantas que circulan sobre el piso húmedo.
Si empezamos a sentir la vida más despacio, y comenzamos poco a poco a experimentar todos esos detalles que nos parecen insignificantes con todos nuestros sentidos, notaremos cuanta riqueza nos rodea y pasamos desapercibida por pasar “por encima”, y si podemos hacer esto con las cosas cotidianas que nos rodean, está de más decir lo que uno puede llegar a experimentar con el sexualidad, dejar a un lado la prisa y empezar a ir más despacio, cada vez más despacio, hacer de la línea recta de la experiencia sexual una forma espiral, que cada momento de nuetra intimidad represente el instante donde podamos sumergirnos con todos nuestros sentidos, y podamos sumergir al otro de paso.
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