La frigidez puede definirse como la ausencia en la mujer de placer y excitación durante el acto sexual o masturbación, aunque también hay sexólogos quela definen como la ausencia total de deseo o apetito sexual (afrodisia) por lo que la mujer no puede sentir atracción ni deleite por las relaciones sexuales, por lo que no puede disfrutar de una vida sexual plena ni tener experiencias orgásmicas. La frigidez no es una enfermedad ni un problema que tenga consecuencias de salud, sin embargo, la falta de placer sexual en la vida de la mujer podría ser motivo de alteraciones en el ánimo y carácter de la mujer, y ser la causante de problemas conyugales los cuales pueden afectar la vida de la mujer tanto con su pareja como socialmente.
Placer sexual femenino
El placer sexual es una respuesta del sistema nervioso central el cual reacciona ante la estimulación sensitiva no sólo de los órganos sexuales, sino de una sutil y compleja estimulación psicológica y emocional, la cual la mayor parte de las veces tiene influencia poderosa a la hora de disfrutar el sexo y tener orgasmos de intensidades variadas.
Si bien hay tanto hombres como mujeres que pueden sentir placer y sensaciones sexuales con sólo estimular sus órganos sexuales, la influencia emocional parece estar involucrada en ya sea a menor o mayor medida en el placer sexual, tanto en hombres como en las mujeres.
Sin embargo, pareciera que en la mujer este factor emocional es mucho más predominante e influyente que en el hombre, la mujer parece que necesita más del estimulo emocional e incluso, espiritual, para darse seguridad y dejar fluir poco a poco sus sensaciones placenteras de su cuerpo. Esta necesidad de la mujer a ser estimulada más allá de su cuerpo físico no se debe precisamente a que la mujer tenga alguna diferencia con el hombre en cuestiones de placeres sexuales, ni tampoco porque “su naturaleza” sea o este predispuesta a ser así. Realmente, la necesidad de la mujer de estimularse emocionalmente para conseguir disfrutar de su cuerpo se debe sobre todo a la educación y ejemplos que ha recibido desde niña acerca del placer y la sexualidad, a la aceptación de su cuerpo y a que tanto contacto tenga con sus propios placeres corporales. Sin embargo, sobre todo se debe a los juicios y limitaciones que tenga o haya aceptado acerca de la libertad de usar su cuerpo para recibir, experimentar y dar placer.
¿A qué se debe la frigidez?
Puede tener varias causas pero las principales y más comunes son:
• Falta de contacto y aceptación de su cuerpo y a sus sensaciones placenteras.
• Una educación basada en la creencia de que el sexo es sucio o “malo”.
• Falta de un contacto maduro y placentero con sus emociones.
• Resistencia al placer y miedo a perder el control.
• Juicio a su cuerpo y a sus sensaciones.
El compañero sexual y la frigidez
Si bien dejar atrás el problema de la frigidez esta en que la mujer aprenda a resolver estos conflictos con ella misma y se empiece a dar la oportunidad y libertad de soltar su cuerpo al placer, los compañeros sexuales pueden jugar un papel muy importante para ayudar a una mujer frígida a experimentar el goce y disfrutar de su sensualidad.
Un compañero sexual insensible y poco espontáneo, por ejemplo, que sólo atiende el aspecto del cuerpo físico de la mujer (los órganos sexuales) para darle placer, puede ser un factor que inhiba mucho más o incluso anule por completo el goce sexual de la mujer.
Las actitudes masculinas basadas en revistas, posturas y maniobras “especiales” para conseguir que una mujer tenga placer, y llevadas a cabo de forma planeada y/o mecánica, pueden ser detectadas con fina sutiliza por ella, la cual puede sentir la obviedad o ansiedad del hombre por que ella experimente placer. Todas estas estrategias masculinas que tienen la finalidad de que la mujer goce, pueden sin duda provocar el efecto contrario, la insensibilidad total de la mujer al placer debido a que se siente exigida o forzada a sentir placer. El intento forzado por sentir gozo es lo que precisamente hace que la mujer lo pierda. Y es común entonces que la mujer empiece a fingir.
Cuando la mujer finge el placer
La mujer suele fingir por varias causas: por no quedar “mal” ante su compañero sexual, por no hacerlo sentir que haces las cosas de forma inapropiada, o porque ella cree que no sentir placer esta “mal” y no desea compartir esta información o “defecto” con su compañero por miedo a que el se desanime con ella y se aleje o la deje, o deje de disfrutar lo que ella no puede disfrutar.
Fingir el placer resulta lo mismo que ir a un bufete con guisos exquisitos y adornados, preparados con gran esmero para nosotros pero con el detalle de que llegamos sin pizca de hambre. Imagínense tener que comer todo eso que se nos ha preparado con tanto gusto pero sin tener ni apetito ni antojo. Así que empezamos a probar, queremos agradecer el detalle pero por otro lado queremos salir corriendo cuando vemos todo lo que nos tenemos (y nos falta) por comer. Pero algo nos impide salir corriendo, quizá no podemos porque el otro espera que lo comamos, y además con gusto, porque hacerlo de otra forma sería desdeñar tan afable obsequio. Incluso si llegamos con un poco de hambre, podría espantarse el apetito tan sólo de ver todo lo que tenemos que comernos.
Este ejemplo puede servir como metáfora para tratar de explicar lo que puede sentir una mujer cuando siente que su compañero espera que ella “coma y goce”, y nada más. En alguna ocasión leí en una pequeña revista el caso de una mujer que solía disfrutar del sexo con gran gusto y apertura, y no se había sentido indispuesta hasta una vez que tuvo un compañero el cual, antes de empezar el acto sexual, acomodó en su mesa de noche siete condones formados uno tras otro. El sólo hecho de ver esto espantó en ella todo el deseo sexual. En otra ocasión, escuché a una compañera comentar: “Todo iba muy bien hasta que él me dijo: yo puedo hacerte sentir placer, he estudiado como.”.
Ahora, no es que este “mal” que el compañero quiera halagar a su mujer. Sin embargo, en este caso, quizá habría que valorar que el obsequio no es tan importante sino la forma en como se entrega. Quizá si antes de pasar “al comedor” y mostrar el obsequio, se da un paseo previo por algún jardín o ambiente que guste, que tal un “paseo” por el cuerpo sin ninguna intención en especial. Que tal no tener en mente el “obsequio” y esperar a que ella lo descubra, que tal escondérselo hasta que ella sienta más hambre, que tal no dárselo hasta que ella lo encuentre y se descubra comiendo con gran deleite y asombro.
Expresar la falta de deseo
Es necesario, para empezar a corregir este problema, que si la mujer no siente deseo ni atracción, lo exprese sin culpa ni miedo, o simplemente sea honesta y no finja lo que no esta sintiendo, lo cual es una forma de empezar a darle solución a este problema y de que el compañero sexual también valore sus actitudes. Aunque no se crea, el expresar la falta de deseo puede acercar mucho más al compañero, y, en caso de no ser así, entonces quizá sea mejor no mantener relaciones con alguien con quien no se puede ser sincera ni honesta.
¿Qué más puede hacer una mujer para solucionar este problema?
Aprender a aceptar su cuerpo e irse atreviendo poco a poco a experimentar placer con él, dejando de juzgar el sexo. Para esto, es necesario que observe donde están los posibles juicios y que poco a poco vaya eliminándolos sustituyéndolos con creencias más favorables, empezar a sentirse sexual en su propia intimidad y ver su cuerpo con agrado y deleite.
Lectura recomendada: Nueve veces el asombro, de Alberto Ruy Sánchez, ed. Alfaguara.
http://www.biomanantial.com/frigidez-como-darle-placer-una-mujer-a-2039-es.html