La sexualidad es un tema presente en la vida de las personas tanto si se practica o no, si se habla de ello o se silencia, si es motivo de goce y disfrute o de sufrimiento y tensión.
Tener una vida afectiva sexual satisfactoria es el deseo manifiesto de muchas personas; de otras sería simplemente no tenerla, que no les demandasen afectos, sexo; pero lo cierto es que a unos y a otros les inquietan o preocupan los encuentros sexuales con su pareja. Cada cual por diferentes motivos. Unos buscan solución y otros dejan pasar el tiempo, pero la sexualidad es de dos, aunque en determinados periodos de la vida, bien por una decisión propia, bien por circunstancias ajenas a la persona, aquella se disfrute y se viva de manera individual.
Sabido es que el interés por la sexualidad no es igual en todas las personas, afortunadamente. Son las mujeres las que normalmente manifiestan un bajo deseo de mantener relaciones sexuales con la pareja, y son ellos los que se quejan de la escasa frecuencia en que estas se producen.
Las causas son muy diversas, aunque muy comunes en todas las mujeres: no disfrutan de sus encuentros eróticos, no se excitan, no tienen orgasmos, los encuentros son siempre genitales en ausencia de caricias o besos, no hay muestras de cariño, no se sienten valoradas, no hay diálogo en su relación de pareja, los conflictos están muy presentes en la convivencia cotidiana, las muestras de cariño no se dan en la medida deseada; no se sienten queridas, valoradas, estimadas.
Por su parte los hombres también tienen que decir en su relación de pareja y sus muestras de afecto: “no me sale ser cariñoso, ni siquiera puedo acercarme para darle un beso” “cuando me acerco a ella lo que encuentro siempre es una negativa” “parece que estoy mendigando tener relaciones sexuales” “ella no pone de su parte” “yo siempre estoy dispuesto” “no sé qué es lo que quiere” “cuando intento hacerle algo diferente, de inmediato me dice que no” “estoy harto de que me diga que sólo pienso en lo mismo” “no soy ningún depravado” “yo también necesito cariño y sentirme querido y valorado”…
Es verdad que los hombres, por el hecho de ser hombres, llevan consigo la etiqueta de “estar pensando siempre en lo mismo y de interesarles solo una cosa: el sexo”; sin embargo, aun cuando sean estos normalmente los demandantes de encuentros sexuales, hay demasiados estereotipos y creencias en torno al sentir y a los deseos del género masculino, que por otra parte también ellos acaban siendo “víctimas” de los modelos sexuales imperantes en la sociedad del momento.
El problema no reside en que los hombres soliciten, sino que todavía hoy en la sociedad de la que formamos parte hombres y mujeres, se siga percibiendo el deseo de mantener relaciones sexuales como algo sucio, algo de lo cual avergonzarse, de lo que sentirse culpable, de lo que se debe silenciar y que forma parte de los vicios inconfesables…
Si tenemos interiorizado este concepto sobre la sexualidad, difícilmente podremos entender y comprender que una persona, en este caso el hombre, quiera, desee y haga intentos por mantener relaciones erótico sexuales con su pareja, pues para él, estas son sumamente placenteras, o debieran serlo. Claro que para muchas mujeres esto no es así, y como hemos dicho en otras ocasiones, es también producto de los modelos sexuales aprendidos. No se trata de culpabilizar a unos y a otras, sino de ver la forma de cambiar y aprender otras formas de vivir la sexualidad que resulten más placenteras, sin culpas, sin etiquetas.
Raquel Díaz Illescas.
Psicóloga.Terapeuta sexual y de pareja.