Por: Dr. Ezequiel López Peralta
Cuánto se ha hablado sobre el mejor amigo (o a veces el peor enemigo…) del hombre. Los tamaños ideales, las formas que dan más placer, la rigidez, su duración…
En nuestra cultura, todavía machista por excelencia, el pene es el artífice del placer sexual, tanto del hombre como de su pareja. Es por eso que se han construido creencias populares no siempre acertadas, y que incluso afectan al desempeño sexual de los hombres al crearles una gran presión para rendir.
El primer punto de discusión es el tamaño. ¿Cuánto es lo normal? ¿Y lo deseable? ¿Cuánto más grande mejor? Vamos por partes. En el hombre de raza blanca, el pene en estado de erección se ubica, en promedio, en una franja que va desde los 12 a los 17 centímetros de largo. Aproximadamente 9 de cada 10 hombres están dentro de esos límites. El tema de lo deseable nos lleva a hacernos otras preguntas. ¿Para quién? Seguramente para el mismo hombre, lo deseable es que sea grande, ya que así nos sentimos más viriles. Pero para la mujer puede no ser un asunto demasiado trascendente, en la medida en que otro tipo de estímulos y juegos sexuales suelen resultar más excitantes y placenteros. ¿Para qué? Un pene grande puede resultar agradable a la vista e incentivar fantasías, pero también dificultar el coito o incluso hacerlo doloroso. En definitiva, el tamaño del pene y su relación con el goce es un asunto que responderá cada uno, de acuerdo a sus preferencias, experiencias personales y estilo sexual.
Por otro lado, llama la atención la variedad de formas, sobre todo de curvaturas, que tienen los diferentes penes especialmente en estado de erección, y eso también nos lleva a preguntarnos acerca de lo normal. Y sí, es normal que el pene tenga una curvatura hacia alguno de los lados, hacia arriba o hacia abajo. Siempre y cuando esa forma no impida la penetración, está dentro de los parámetros comunes a todos los hombres y no tienes de qué preocuparte.
Finalmente, está la cuestión del rendimiento, quizás la más controvertida. El pene que no debe desfallecer, estando siempre activo, respondiendo ante cualquier provocación, demorando largas sesiones de sexo, heroicamente. A veces pienso: pobre pene, cuánta presión que carga sobre sí mismo, como para no caerse… el rendimiento depende de muchos factores: la capacidad física, la historia sexual, las habilidades específicas –por ejemplo de control eyaculatorio-, la estimulación de la pareja. Lo importante es que cada hombre y cada pareja encuentren el tipo de relación sexual con el que se sientan cómodos, y se liberen de los tiránicos parámetros sociales.