Por: Dr. Ezequiel López Peralta
«Mientras que sea con tu pareja y en los límites de tu espacio privado, todo vale» dicen por ahí. Bueno, en realidad creo que tú, yo y casi todo el mundo alguna vez dijo esta frase. Pero en el fondo, no es cierta. En el sexo –incluso con tu pareja- hay límites, es decir un punto hasta el que puedes llegar, más allá del cual vas a decir que no, independientemente del amor que sientas por él o ella. En realidad lo que vale es aquello que las dos personas acuerdan, considerando sus fantasías, preferencias y también sus inhibiciones.
A medida que pasa el tiempo y las relaciones se afianzan, ya sea por la vía del diálogo, el lenguaje corporal o el mismo ensayo y error aprendemos a conocernos profundamente (o al menos lo ideal es que eso ocurra). En ese proceso es como que se afianzan determinadas prácticas y juegos sexuales, mientras que otras se dejan de lado o ni siquiera se intentan. Y las diferentes cosas que se hacen forman parte de un acuerdo, explícito o implícito.
Así es como una pareja no tiene por qué hacer absolutamente todo lo que se le ocurre a uno de los dos, o a los dos. En ningún manual eso está escrito, aunque siempre están quienes aprovechan para presionar y producir culpa diciendo «si estamos juntos, me debes complacer en todo», y del otro lado a veces se compra esa idea y se termina haciendo lo que no se desea o incluso lo que produce dolor, incomodidad o malestar.
Lo importante es que explotes al máximo esas fantasías que definitivamente dan placer a ambas partes, y que si no estás de acuerdo en hacer algo porque no va con tu estilo, tu forma de pensar o te produce rechazo, no tienes que hacerlo. A la corta o a la larga, te vas a resentir, a angustiar, y eso no es bueno para ti ni para tu pareja.
¿Cuáles son los límites en el sexo que se escuchan más usualmente? Incorporar a alguien (una tercera persona o quizás otra pareja) a la escena sexual, juegos eróticos fuertes que incluyen dominación o dolor, prácticas específicas como sexo oral o coito anal, movimientos o posturas que producen incomodidad o dolor, las diferencias en la frecuencia sexual deseada, entre otras. Tendemos a pensar que son las mujeres las que siempre ponen los límites y no acceden a las fantasías de su pareja, pero no es así… cada vez vemos más mujeres transgresoras y más hombres tranquilos o conservadores, sexualmente hablando.
En síntesis, la sexualidad incluye alguna forma de negociación, aunque suene algo especulativo. Y lo importante es que en ese marco de acuerdos nadie sienta que sale perdiendo, y la pareja gane en placer y creatividad.