Aunque pueda sonar anormal No siempre apetece el sexo. Ante tanta facilidad para obtenerlo, ya no le damos la importancia que se merece.
¿Qué nos está pasando?
Son muchos los que creen que la disminución del deseo es cosa de la edad. Pues parece ser que no. Son cada vez más las personas que no siempre les apetece sexo. Resulta peculiar hablar así del sexo, cuando estamos en una sociedad que destaca por la facilidad y cantidad de relaciones sexuales que “vende”.
” El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse.”
(Friedrich Nietzsche)
Es verdad que actualmente hay una gran variedad en el modo de cómo encontrar pareja sexual momentánea; internet, por ejemplo, ha ayudado mucho en el aumento de posibilidades de tener un cita con premio incluido, incluso los más expertos/as pueden repetir el mismo baile varias veces a la semana, pero, eso sí, con diferente pareja. ¿Es posible que la facilidad, la inmediatez y el exceso hayan provocado una insensibilización en el hecho en sí?
Se ha perdido el interés por el otro, por conocerlo, por encontrar un vínculo más profundo que no solo la atracción sexual pura y dura. Y quizás este desinterés venga provocado por la abundancia y el exceso. Es decir, que nos hartamos de lo que abunda.
Y como suele ocurrir, cuando tienes tanto de algo, te aburres. Nos entregamos al sexo de consumo (fast sex) y pasamos del “hacer el amor” para acabar en el “follar”.
“Lo bueno, si breve, dos veces bueno” (Baltasar Gracián)
Aquí es dónde empiezan los problemas, ya que al ser tan fácil acceder al sexo, cada vez necesitamos estímulos mayores para disfrutar con él. Estamos olvidando hacer las cosas con ilusión y no per mera obligación; olvidamos también el arte del flirteo (no damos tiempo!!), la paciencia ya no la conocemos y, por supuesto, rechazamos cualquier signo de negativa por parte de la otra persona (si no eres tú… será otro/a). El aquí y ahora solo lo tenemos en cuenta en estos casos (curiosa forma de practicarlo..).
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