En algún momento del ciclo de la pareja, la frecuencia sexual es un tema que asume un rol protagónico como preocupación personal o en las discusiones habituales. Pero realmente, ¿existe una frecuencia sexual adecuada?
En primer término, es fundamental tener en cuenta que la formación y mantenimiento de una pareja es un proceso que sucede en ciclos de relativa estabilidad, reorganización y crisis y que el sexo, como todo elemento de la relación, también se comporta como un ciclo. Por ende, la frecuencia sexual se altera en función de ciertas variables asociadas al proceso, como por ejemplo, la etapa en la que la pareja se encuentre, la edad y las condiciones físicas, mentales, emocionales y contextuales de ambos miembros de la pareja, etc.
De esta manera, se puede llegar a deducir que una pareja de adolescentes, los cuales tienen menos obligaciones que los adultos y recién empiezan a mantener relaciones, pueden tener una frecuencia sexual más alta. En cambio, promediando los 30/35 años, con hijos, mucho trabajo y poco tiempo disponible, entre otras cosas, la frecuencia disminuye. Posteriormente, cuando los hijos abandonan el hogar, el sexo en la pareja se reinventa, y con el tiempo, posiblemente vaya mejorando.
Sin embargo, la realidad es que no existe una frecuencia sexual adecuada, ni normal; pues esta depende, como se detalló en los párrafos anteriores, de factores múltiples. Más que la cantidad de encuentros sexuales, como en casi todas las cosas, lo que más importa es la calidad. Entonces, la satisfacción personal que cada pareja obtenga de la relación sexual, marcará la frecuencia adecuada o ideal.
Jaume Guinot