La energía que nos mueve es sabia. ¡Cómo no serlo! Si es la energía más pura y sublime a la que podemos acceder. Ella fluye a través de nuestro espíritu y deja de fluir cuando nuestra mente se interpone. O, al menos, su flujo se debilita.
Esto no sucede cuando pensamos, porque pensar distrae, pero no interrumpe. Sino cuando defendemos una idea, nos quedamos en ella y no podemos movernos de allí.
Por eso, tanto con las ideas como con las situaciones, lo mejor es fluir.
La energía siempre hará su trabajo aun cuando nos resistamos con la estructura más firme que hayamos construido. Puede demorar, pero siempre hace su trabajo. Así es que si fluimos con lo que pasa, aceptando lo que se nos presenta, nos dejamos llevar.
Y si nos resistimos, nos llevará por delante. Pero nunca la podremos evitar.
La energía que nos mueve es sabia. ¡Cómo no serlo!
Cuando sabe que ya no correspondemos a un lugar, nos mueve. A veces nos está diciendo que seremos más útiles en otro lado, otras, que podemos aprender más suavemente la misma lección en otro lugar. O puede que en otro lado encontremos otra energía parecida que sume y haga más fácil el camino.
O quizás no sabremos nunca por qué. Pero cuando la energía nos lleva, lo mejor es irse.
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