En los anales de las historias de los hechos enigmáticos y misteriosos, el fenómeno de la aparición del fantasma del presidente Abraham Lincoln en distintos lugares de Estados Unidos es ya un suceso realmente conocido y extendido que ha sido recogido en diferentes medios de comunicación. Lincoln fue un destacado abogado y político norteamericano que nació el 12 de febrero de 1809. Fue el decimosexto Presidente de los Estados Unidos y el primero por el Partido Republicano. Como un fuerte oponente de la expansión de la esclavitud en los Estados Unidos, ganó la nominación del Partido Republicano en 1860 y fue elegido presidente a finales de ese mismo año. Durante su mandato ayudó a preservar los Estados Unidos por la derrota de los secesionistas Estados Confederados de América en la Guerra Civil Estadounidense e introdujo medidas que dieron como resultado la abolición de la esclavitud, con la emisión de su Proclamación de Emancipación en 1863 y la promoción de la aprobación de la Decimotercera Enmienda a la Constitución en 1865.
Lincoln se casó en 1842 con Mary Todd, con quien procreó cuatro hijos varones, Robert Todd Lincoln (1843/1926); Edward “Eddie” Baker Lincoln (1846/1850); William “Willie” Wallace Lincoln (1850/1862) y Thomas “Tad” Lincoln: (1853/1871). Uno de ellos murió a tierna edad, tiempo antes de que su padre llegara a la Casa Blanca. Otro hijo también murió cuando Lincoln era todavía presidente. Finalmente el más pequeño de los hijos moriría también a seis años después de la muerte de su finado padre. El hijo mayor Robert Todd Lincoln sí pudo vivir más tiempo y tuvo descendencia y se destacó por su gran inteligencia, heredada de su progenitor.
El 14 de abril de 1865, recién finalizada la Guerra de Secesión que había costado 600.000 vidas, el presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln y su esposa acudieron acompañados de sus amigos, el Mayor Henry R.P. Rathbone y su prometida Clara Narria, hija del Senador de Nueva York, a una velada nocturna en el Teatro Ford en Washington, donde se presentaba la obra Nuestro Primo Americano, una revista musical. Luego de la bienvenida y los saludos protocolares, Lincoln se sentó en el palco. Entonces John Wilkes Booth, actor y simpatizante del Sur de Virginia, quien inexplicablemente había podido acceder tranquilamente y armado al palco, le disparó un tiro a bocajarro en la cabeza y gritó: “Así siempre a los tiranos", que era el lema del Estado de Virginia. Tras la conmoción que produjo aquel atentado, el primer doctor en llegar al palco fue el medico militar Charles August Leale. Poco después llegó un doctor de apellido Taft, quien al ver la ubicación de la herida, consideró que trasladarlo a la Casa Blanca o al hospital más cercano era muy riesgoso ya que podían exponerle a sufrir una hemorragia fulminante, así que después de retirar un coagulo que retenía la sangre dentro del cráneo, dispuso que se le trasladara a un edificio situado frente al teatro que pertenecía a un sastre que alquilaba habitaciones. Sobre una cama y rodeado de su medico personal, el doctor Robert King Stone y el cirujano Joseph Barnes observaron que la herida tenía un orificio de entrada sin salida en la región occipital. Sin duda, se trataba de una lesión mortal. De este modo, tras una noche trágica, el presidente Lincoln moría a las 7:22 de la mañana el día 15 de abril de 1865. Llama poderosamente la atención que Lincoln presentía que iba a ser asesinado y así se lo había manifestado a su guardaespalda William H. Croock, cuando le dijo: "Croock, sabe que tengo la seguridad de que hay un hombre que quiere asesinarme y que lo conseguirá sin duda alguna..." -¿Por qué piensa eso señor presidente? Indagó Croock. "Otros hombres han sido asesinados..." aquí la voz del presidente se quebró. "Espero que esté equivocado señor presidente" dijo el guardaespaldas.
"Tengo perfecta confianza en los que se encuentran alrededor mío, en cada uno de ellos, y aún sin embargo sé que cuando llegue el momento fatal y decisivo ninguno de ustedes podrá hacer nada, ya que el destino lo marca así, lo más probable es que el asesino pierda su vida, pero el destino lo quiere así" explicó Lincoln. El guardaespaldas se sintió fuertemente impresionado por las palabras del presidente. Aquella noche, terminado su turno y antes de retirarse decidió comprobar con sus propios ojos que el presidente se encontraba seguro.
Por lo tanto se dirigió hacia la sala en que se encontraba Lincoln y lo encontró leyendo. "Hasta mañana señor presidente" dijo Croock. "Adiós Croock" contestó éste. Croock quedó desconcertado. Jamás antes el presidente le había despedido de aquella forma. Era un formal adiós y Lincoln jamás se equivocaba en las palabras que usaba. El guardaespaldas abandonó la Casa Blanca con el presentimiento de la muerte en su espíritu. Tres horas más tarde, el presidente Abraham Lincoln yacía muerto con un balazo en su cabeza. Existe un documento en los Archivos Nacionales de los Estados Unidos en el que se certifica que por orden de la Primera dama, el funcionario John T. Parker, miembro de la Metropolitan Police Force, había sido designado como guardaespaldas del Presidente. Pero esa noche Parker no acudió a cumplir con sus funciones de seguridad, alegando que nadie se lo había comunicado. Lo cierto es que Lincoln aquella noche no tenía a nadie que actuase como su guardaespalda para que le protegiese, lo que le permitió a Booth, el asesino, lograr su cometido accediendo tranquilamente armado al palco. ¿Sabia Booth que no encontraría a nadie protegiendo al presidente? y si no lo sabía, ¿iba dispuesto a matar también al guardaespalda? En ese entonces, los expertos se inclinaron por la primera opción debido a que el asesino portaba una Derringer, una pistola de un solo tiro. Para cometer su delito, John Wilkes Booth contó con la ayuda de seis cómplices, quienes días después fueron capturados y luego ahorcados. Según se supo después, el objetivo de matar al presidente era impedir que se les otorgara el derecho al voto a los negros.
Durante el ejercicio de su presidencia, Lincoln vivió con su familia en la Casa Blanca, residencia oficial del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica; cuyas paredes de sus 132 habitaciones, 35 baños y seis niveles, así como sus jardines esconden historias espeluznantes, relativas a huéspedes fantasmales, entre los que se hallan los espectros de George Washington y su esposa Martha, Winston Churchill, la Reina Wilhelmina, de Holanda; Woodrow Wilson (vigésimo octavo presidente); Dolly Madison, esposa de James Madison (cuarto presidente) y el de Abraham Lincoln, el fantasma más visto según empleados de la Casa Blanca. Las apariciones de los fantasmas que suelen merodear por la residencia oficial del presidente de esa nación han sido confirmadas incluso por familiares cercanos de algunos gobernantes y numerosos empleados de esa majestuosa residencia. Uno de esos familiares, Jenna Bush, hija del presidente George W. Bush, declaró a una revista italiana: “En la Casa Blanca suelen deambular almas en pena. Cuando mi papá fue presidente y vivíamos allí, por las noches escuchábamos una suave música que venía de un pasillo donde no había absolutamente nada y cuando uno se acercaba, la música ya no se escuchaba. Tal fenómeno ocurrió varias veces, al extremo de que cuando soldados escondidos corrían hacia el lugar no hallaban nada ni oían absolutamente nada. Igual les ocurrió a varios empleados, quienes vieron el fantasma del presidente Abraham Lincoln tocar la puerta de su habitación. Varios integrantes de la servidumbre que le tocó trabajar durante el mandato de mi padre, llegaron a relatar que en 1940 otros empleados vieron el espectro furioso de la primera dama Dolly Madison, cuando excavaban el jardín de rosas que ella había plantado”. Por su parte, Gary Walters, ex jefe de Protocolo de la residencia presidencial, declaró haber presenciado varios sucesos misteriosos en diferentes fechas y ocasiones, los cuales también fueron vistos por otras personas. Del mismo modo, el presidente Franklin Roosevelt y la esposa del presidente Calvin Coolidge (trigésimo mandatario de la nación) vieron el espectro de Lincoln.
Al respecto, en una ocasión el mismo presidente Roosevelt manifestó: “Eleanor y yo nos hemos topado con el fantasma del presidente Lincoln en varias ocasiones. Incluso, Mary Evan, una de las mucamas, una noche salió gritando del dormitorio Lincoln al verlo sentado en la cama amarrándose las botas”. En otra ocasión, el trigésimo presidente de Estados Unidos, Harry Truman, declaró refiriéndose a los misteriosos sucesos que se sucedían en la Casa Blanca: “Estoy convencido que esta casa está encantada. Una noche me despertaron dos fuertes golpes en la puerta de mi habitación y cuando abrí no había nadie. Al preguntarle a los guardias ellos dijeron no haber visto nada”.
Gobernando Dwight Eisenhower, trigésimo cuarto presidente, en una ocasión sostuvo que nunca había visto el espectro pero sí sentido su presencia. “En 1941, estando como invitado Churchill, le fue asignada como habitación el cuarto que se conoce como dormitorio Lincoln. Al día siguiente el mismo Churchill comentó que no había podido dormir porque sentía una fuerte presencia, por lo que su gente de protocolo solicitó que le cambiaran de alcoba. Así se hizo y al fin el primer ministro inglés pudo dormir plácidamente”. Igual le ocurrió a la Reina Wilhelmina, de Holanda, quien estuvo invitada varios días en la Casa Blanca. Una noche, cuando la Reina dormía en la habitación rosa, la despertaron unos fuertes golpes en la puerta y, al abrir, vio el espectro de Lincoln y debido a la fuerte impresión recibida, se desmayó y cayó al suelo. Ese suceso fue muy comentado por todo el personal adscrito a la residencia oficial, generando gran nerviosismo y miedo entre todos ellos, llegando incluso muchos de ellos a sostener que preferían renunciar a sus labores antes que tener que pasar cerca de la tenebrosa habitación.. En los años 80, siendo Ronald Reagan el cuadragésimo presidente de Estados Unidos, en la ocasión que su hija Maureen descansaba una noche en el mismo dormitorio, sintió y vio el fantasma de Abraham Lincoln caminando por uno de los pasillos de la mansión. Al enterarse, el presidente Reagan señaló: “Estoy seguro que mi perro percibe esa presencia espectral porque, de repente, en varias ocasiones ha ladrado furioso como si tuviera alguien delante. Igual le ocurre cuando pasa frente a la puerta del dormitorio Lincoln; ladra tanto que pareciera estar viendo al mismo Lucifer”. Ante esta serie de testimonios de personalidades que han gobernado a los Estados Unidos, quienes a través del tiempo han gozado de credibilidad y confianza, algunos expertos estudiosos de los fenómenos sobrenaturales sostienen que aún cuando Abraham Lincoln murió en 1865 su espíritu no reposa en paz y que el radio de acción de su fantasma no se limita a los predios de la Casa Blanca, sino que en la tumba donde reposan sus restos en el cementerio de Oak Ridge en Springfield, Illinois, también ha sido visto merodeando su fantasma. Ya es habitual que los visitantes declaren haber escuchado profundos suspiros o ruido de pasos cerca de donde reposa el cuerpo del presidente, pero es a medianoche cuando es más fácil tener un encuentro con el fantasma, pues algunos de los que han visitado el lugar a esa hora aseguran haberlo visto entre las sombras. Además de esta de apariciones en ese camposanto, el espectro de Lincoln ha sido visto también en su casa de Springfield, hoy día, convertida en un museo.
Allí se ha visto su espectro acompañado de un niño parecido a su amado hijo Willie. Según el personal del museo, algo extraño sucede allí. Algunos empleados han sentido que alguien les toca el hombro y, al voltear, no hay nadie. Una mecedora que fue de él, algunas veces se balancea como si alguien estuviera sentado en ella. Siendo presidente, Lincoln solía tener visiones y sueños relacionados con el futuro y con lo paranormal. En una ocasión y sin motivo específico o causa previa, vio dos imágenes en el espejo que estaban frente a él cruzando la habitación. Al principio creyó que se trataba de alguien que había entrado en la habitación sin su permiso. Pero concentrando la vista se dio cuenta de que la doble imagen que veía reflejada era... la suya. Una de ellas estaba rodeada por una brillante luz que le daba a la figura una definida apariencia de vitalidad, salud y vigor. Mientras que la otra era pálida, de un color espectral y ceniciento. Una imagen que respiraba muerte y enfermedad. La primera sonreía mientras que la segunda guardaba una seriedad inusitada. La primera parecía mucho más joven y la segunda le aumentaba los años en gran medida. "Me levanté, tenía que comprobar que no era un sueño o una especie de alucinación producida por el cansancio. Me acerqué al espejo y vi que a medida que me acercaba la visión desaparecía. Era como si la imagen se derritiera ante mis ojos. Al llegar junto al espejo no había nada. Toqué el cristal y solo reflejó mi mano sobre él. Pero con la excitación del momento tuve que abandonar la habitación. Tenía demasiadas cosas que hacer, me concentré en ellas deseoso de olvidar lo que había visto. Lo conseguí, pero a veces volvía la visión a mi mente dándome la extraña sensación de que algo andaba mal en mi futuro”. Transcurridos unos días del aquel extraño suceso, Lincoln estaba seguro de que tenía algún significado y llegó el momento en que se decidió a tratar de hacerla reaparecer. De nuevo ocupó su sofá preferido y puso la mente en blanco. Estaba completamente seguro de que no dormía. Y de nuevo se repitió el suceso. Allí estaba la doble imagen en el espejo. Una triste y solitaria, la otra alegre y destellando compañía. Lincoln quedó largo rato contemplando los reflejos de su propia persona en aquel espejo. Y por fin llegó a la conclusión de que sabía el significado. La primera, saludable y sonriente significaba que su primer mandato como presidente sería exitoso y productivo. La segunda representaba un segundo mandato en el cual se enfrentaría directamente con el desastre. Pasó el tiempo. Lincoln estuvo seguro de que su teoría sobre la interpretación de la doble imagen era cierta el día en que fue elegido para un segundo término como presidente. Se pasó el día de la nominación en la Oficina de la Guerra en constante comunicación con el General Grant el cual se encontraba en Richmond. Al mediodía se dirigió hacia la Casa Blanca para el almuerzo y sin entrar en sus oficinas privadas, en donde le esperaban unos cuantos de sus íntimos para felicitarlo por la nominación, se dirigió de vuelta al Departamento de la Guerra. Allí recibió las noticias de que Andrew Johnson había sido nominado para vicepresidente. "Extraño, se supone que el presidente debe ser nominado en primer lugar y el vicepresidente en segundo" dijo pensativo. "Señor presidente..." -dijo el informante"... ¿No recibió usted las noticias sobre su nominación? Fueron enviadas a la Casa Blanca hace más de dos horas". La forma en que había recibido la noticia, pudiéramos decir que al revés, envió la mente del presidente a la visión de la doble imagen en el espejo y entonces quedó convencido de que sería reelecto para un segundo término sin discusión alguna, pero también sintió el presentimiento de que no lo terminaría con vida.
En una ocasión, Lincoln le dijo a Harriet Beecher Stowe, autor de La Cabaña del Tío Tom: "No importa quien gane la guerra, lo cierto es que yo moriré, poco después de que la misma termine”. Lo más impresionante acerca de los sueños proféticos de Lincoln ocurrió un mes antes de su asesinato. He aquí sus propias palabras: "Hace como diez días me retiré muy tarde. Me encontraba esperando importantes despachos desde el frente de batalla. Me acosté con un presentimiento, pero el cansancio me hizo quedarme dormido profundamente... y muy pronto comencé a soñar. Me encontraba en una especie de limbo. Estaba despierto y sin embargo tenía consciencia de estar dormido. De pronto escuché una serie de llantos contenidos, como si un número indeterminado de personas estuviera llorando. Pensé en levantarme de mi cama y dirigirme a ver lo que sucedía. Allí el silencio era roto por los mismos sollozos, pero los dolientes eran invisibles. Me dirigí de cuarto en cuarto. No se veía a nadie, pero los sonidos de pena y llanto continuaban mientras que yo caminaba. Había luz en todas las habitaciones, todos los objetos me eran familiares. Y sin embargo, la Casa Blanca estaba completamente vacía. Me encontraba extrañado y alarmado por lo que sucedía. ¿Cuál podía ser el significado de todo esto? Determinado a encontrar la causa de algo tan misterioso y extraño, seguí caminando hasta llegar al Cuarto Este en donde entré. Allí me encontré con una enervante sorpresa. Ante mí se encontraba un féretro en el cual descansaba un cadáver cubierto con vestiduras funerales. Alrededor del cuerpo se encontraban soldados que hacían las veces de vigilantes. Había un montón de personas, muchos de ellos tratando de mirar en el interior del ataúd. El cadáver tenía el rostro cubierto. "¿Quién murió en la Casa Blanca?" Demandé de un soldado. "El presidente" contestó éste, "fue asesinado". “Entonces sentí un largo y profundo lamento de la multitud. Este lamento fue tan vívido que me despertó de mi sueño. No pude dormir más esa noche, y aún cuando sabía que era solo un sueño, me encontré impresionado por el mismo”.
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