El sendero recorrido y enseñado por los Maestros hacia el encuentro de la Verdad y el Amor.
Aquellos buscadores de la Verdad por la Verdad misma, no sólo indagan el conocimiento en forma intelectual, sino sintiendo y accionando en un todo de acuerdo entre la mente y el corazón, plasmando aquello pensado y sentido en una coherente actitud amorosa, mejorando de esta forma su calidad de material y espiritual en el aquí hoy y ahora, en este presente.
Se trata de encontrar una Filosofía Espiritual de vida práctica y concreta, cuya práxis lleve la despertar definitivo permitiendo superar los códigos y personajes, abriendo de esta manera la Alternativa de llegar a la Verdad, ella habita desde siempre en nuestro interior, la hallaremos la luz guiadora hacia el encuentro infinito; re-descubriendo nuestra heredad divina: somos Hijos del Inefable, el Eterno Hacedor.
Este sendero ya ha sido señalado por los grandes Maestros y Avatares de la humanidad; ellos fueron guías e indicaron el camino. Ninguno dejó nada escrito, los discípulos, se encargaron de redactar estas enseñanzas, las cuales, con el paso del tiempo, fueron cambiadas; muchas veces al ser erróneamente interpretadas y otras cristalizadas desde los factores de poder, llegando hasta nosotros en forma tergiversada. Si bien mantienen un aspecto filosófico y trascendente, se nos hace difícil convivir y practicarlas en lo cotidiano, (solucionando lo temporal) ni tampoco en lo trascendente.
En la antigüedad estas enseñanzas eran herméticas, respondiendo a la necesidad de los niveles primitivos de evolución y los elementos equívocos determinados desde el ego. Sólo comprendidas por aquellos que, en una actitud transparente y sincera, buscaban sus verdaderos orígenes, contactarse con lo divino, conociendo y acatando las Leyes Universales originadas en el Amor del Padre y la Madre Cósmica, siguiendo la direccionalidad marcada por el ideario hacia la evolución superior.
Hermes Trimegisto, el tres veces grande, contemporáneo de Abraham, enseñaba en el antiguo Egipto estas leyes cósmicas; leídas por muchos, comprendidas por pocos. Mas algunas almas evolucionadas, las experimentan en la vida diaria, sentir, pensar y actuar en un solo movimiento armónico, aceptando las Leyes Universales. De la misma manera, en una búsqueda sincera, el conocimiento estas leyes y su puesta en práctica diariamente, nos van a liberar definitivamente de las ataduras cercenantes, responsables de impedir el contacto con el Ser Verdadero, haciendo caer los Velos de Isis que nos ocultan lo esencial.
Es una tarea aparentemente ardua entender estas leyes universales, divinas y eternas, debido a la codificación de las formas y normas de pensamiento. Estamos encasillados y a la vez nos hemos encasillado en un modo de operar mentalmente con límites, fronteras y prejuicios, donde la elaboración del pensamiento y su correspondiente acción están acotadas cultural y socialmente, dentro de una civilización consumista; generadora de fronteras racismo y diferencias que llevan al ser humano a una constante pugna; al no ampliar la consciencia, estos estados se reciclan constantemente.
De ahí devienen los sufrimientos de los seres humanos; es causante, ante el surgimiento de cualquier circunstancia o dificultad en la vida diaria, del desmoronamiento de toda aquella filosofía de vida adquirida a través del tiempo, incluso la alcanzada por medio de la misma vivencia y experiencias. Se genera así un desorden interior, oscureciéndose la posibilidad de iluminar una nueva forma, otro camino; encontrar el verdadero Tao, este sendero nos dará una solución sorteando vallas interiores ; mas no será así en tanto vivamos en esta sociedad caótica y no busquemos la Alternativa, lo venido de lo Alto.
El Amor inigualado
Vivimos tiempos críticos para la humanidad, donde pareciera existir un caos, las sombras y la desesperanza, como si no hubiese otra forma de vida, sin otro tipo de salida. Hasta aparecen nuevos modos de pensar limitativos, intelectuales, pues dicen que hemos llegado al fin de la historia; este raciocinio implica el congelamiento de toda evolución, como si quisiesen imponernos el códigos de los códigos, la gran limitación: hay que conformarse, no existe otra salida.
El ser humano es hijo de Dios, posee un don, el de la opción; la vida misma es un milagro, es la creación del movimiento constante, cambio y transformación, evolucionando siempre hacia estados superiores. Mas también son tiempos donde lo hermético deja de serlo, el misterio es develado, surge con toda la Luz La Alternativa que viene de lo Alto, ella nos sugiere, respetando el libre albedrío, el sendero: el reconocimiento de la Leyes Cósmicas integrándolas en una actitud amorosa hacia la evolución.
La comprensión y la práxis, traerán aparejado el bienestar, tanto físico como álmico, y desde el Yo Soy, el espíritu comenzará a emerger soltando amarras, al liberarse de códigos y personajes, será el empezar a entenderse, re-conocerse; interpretar y desarrollar la vida sin frustraciones ni miedos, esos fantasmas bloqueadores de nuestro crecimiento en lo espiritual y en lo material. Este es el tesoro de las revelaciones dadas por medio de estas leyes; es la antorcha encendida de la sabiduría sugiriendo el camino a seguir. En forma simple y sensible podremos mutar y transformarnos, aprenderemos a ser alquimistas, cambiando lo negativo en positivo; manteniendo así encendido el Sol de nuestra lámpara interior; ésta lámpara es la atención, la acción atenta desde nuestro Yo Soy Verdadero.
Desde el amor y la humildad, haciendo el trabajo interior en cada días de nuestras vidas, ejercitando estas leyes; primero en nosotros mismos, sintiendo y viviendo de acuerdo a ellas, en una actitud coherente con esta filosofía de vida, lograremos el milagro.. Es imprescindible advertir la necesidad de tener bien claras estas leyes cósmicas, pues se precisa expandir la consciencia para darnos permiso de ver las distintas facetas de cada ley, aunque cada una de ellas son como un diamante; observándolas desde distintos ángulos. Son siete diamantes y son uno, es Dios, Deus, el Alfa y el Omega. El Principio y el Fin, ese fin que vuelve a ser principio en si mismo. En Esta Verdad habita el Amor más Puro e Inigualado.
Amor no comprendido aún por el ser humano, debido a los condicionamientos de la educación, la cultura, personajes y miedos que originan diferentes bloqueos de la percepción, no llega todavía a entender o a asistir a este Amor Permanente, de una transparencia y pureza donde no caben palabras, no hay lenguaje posible para definir la grandeza del Amor Divino, vasocomunicante e integrador del Universo Todo.
La Evolución Espiritual Dinámica
Son tiempos de despertares, de tomar consciencia, prestando suma atención, haciendo emerger cotidianamente al héroe y la heroína interior que todos tenemos adentro, actitud necesaria para llegar al verdadero entendimiento, a un claro discernimiento y asumir la realidad interior, por esta vía lograremos conocer qué es la vida, el por qué y fundamentalmente el para qué de ella.
Aprenderemos con una sincera actitud, a desarrollar los principios trascendentes, desde una acción básica de conocimiento de la vida, a superar aquellos estados afectivos, emocionales y los psiquismos bloqueantes. Sin estos límites comprenderemos la razón de la vida en su totalidad.
Al entender el paradigma de la verdadera esencia alquímica, legado a la humanidad por medio de los grandes Maestros; con la decisión de profundizar en estas Verdades, lograremos cambiar concretamente nuestra vida espiritual y material.
Mas es necesario llegar a las honduras de nuestro ser intimo y trabajar todos los aspectos de estas leyes que hacen a la Evolución Espiritual Dinámica, evolucionar y llegar a la paz en acción, la paz constructiva, amorosa, descubriendo al prójimo, al Yo Soy Tu. Comprendiendo la necesidad de entender las leyes cósmicas en toda su vastedad y manifestación, así no quedará ninguna sombra de dudas. Es preciso conocer cada una de ellas y saber movilizarnos, y veremos cómo se gesta la transformación, la autoiniciación por medio del conocimiento y no de una fe ciega, dormida. La Fe debe ser despierta, una fe que tenga la visión cósmica del micro y del macro universo, de nosotros mismos y de todo lo creado.
Gaia y la Nueva Era
Interpretar, desde nuestra limitación, la vida y qué es Dios, nos dará fe consciente y un razonamiento positivo, generando, para aquellos verdaderos buscadores, la gran mutación necesaria para la Era del Tercer Milenio, la Era de Acuario.
Observamos en estos tiempos, un cambio, un intento de modificar las actitudes y acciones, mejorando la calidad de la Tierra y no perturbar más a la Naturaleza, a esta nave espacial, la amada Madre Tierra. Cambios alcanzados en casi todas las naciones; debido la a Consciencia Crística Cósmica, que desde sus rayos de Luz está trabajando para hacernos crecer y podamos ver claramente a Gaia, la Tierra. Ella nos da la vida en la materia, el vehículo donde nuestra alma puede evolucionar, proyectar y crecer, elevándose a niveles superiores. Si logramos comprender esto, entonces no debemos agredirla, antes bien debemos amarla y cuidarla. Durante muchos años nadie, salvo algunas excepciones, tuvo en cuenta este problema vital; sin embargo hoy hay una consciencia universal buscando el cambio de rumbos por medio a la integración a la Madre Tierra.
Se vive muchas veces, confundido por los problemas cotidianos, las noticias casi siempre nada buenas escuchadas por la radio o la Televisión; por los hechos políticos, sociales, etc.; confunde de este manera nuestra visión de lo trascendente. Vemos el árbol y no vemos el bosque, vemos la piedra y no vemos la montaña, vemos la hombre y no vemos a Dios.
Si nuestra sensibilidad nos permite ver este confuso panorama, entonces nos daremos cuenta de la importancia de despertarse interiormente, más allá de cualquier acontecer, circunstancia o dificultad que tengamos en la vida, si aprendemos y comprendemos en su inmensidad estas leyes de la Evolución Espiritual Dinámica, nos convertiremos gradualmente en alquimistas, es decir, alquimizaremos lo negativo en positivo, las sombras en luz, veremos lo puro, lo bueno y lo bello, y en ese sendero de armonización re-encontraremos nuestros orígenes divinos, descubriéndonos partes y participes del todo: somos hijos de Dios.
OSCAR BADOLATO
(Extraído del próximo libro a publicarse: "Evolución Vital y Espiritual- ¡Aquí y Ahora!)