“Cada día comemos. Pero no os sorprendáis si os digo que
nosotros también somos comidos. Efectivamente, servimos de
alimento a otras entidades: los ángeles. Ellos cogen nuestros
buenos pensamientos, nuestros buenos sentimientos, todo aquello
que en nosotros está inspirado por la sabiduría y el amor. Los
ángeles nos consideran como árboles que producen flores y
frutos. Cuando vienen a recogerlos, no rompen nuestras ramas, al
contrario, nos riegan, nos cuidan con el fin de que demos frutos
aún más suculentos.
Pero existen también «ángeles» de otra especie, las entidades
tenebrosas, los demonios. Ellos también deben alimentarse, y van
a disfrutar de los humanos cuyos malos propósitos, malos
sentimientos son para ellos manjares suculentos: les absorben
entonces todas sus energías y los dejan agotados. No hay nada
peor que ser devorado por los espíritus tenebrosos, y nada más
saludable que servir de alimento a las entidades celestiales. Es
por ello que los Iniciados nos dicen que debemos cada día
ofrecernos al Señor para que se alimente de nosotros. Con ello
pretenden revelarnos que el ideal espiritual del hombre es ser
absorbido por el Señor con el fin de tener en Él su morada.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov