Creer En Uno MismoPara poder desarrollarnos y conducirnos a un auténtico compromiso con la vida, lo primero que se hace indispensable es creer en uno mismo...Resulta por demás asombroso la plena conciencia que tenemos del valor de las cosas -de un auto, de una casa, de un abrigo, etcétera-, pero resulta que no sabemos el valor del bien máximo, que es el valor de uno mismo.
Desafortunadamente, siempre nos estamos recriminando nuestros defectos y deficiencias, y anhelamos todas aquellas cualidades que no poseemos, lo cual se refleja en todos los campos de nuestra vida. Deseamos la casa que no tenemos, el coche que no poseemos, el dinero que no tenemos, la mujer, el hijo, la familia, etcétera, y debemos aprender a amar lo que poseemos.
Un hombre sin defectos sería un ángel y sin cualidades sería un monstruo; todos los seres humanos somos una amalgama de fuerzas y debilidades, y normalmente toda potencialidad conlleva en sí misma una debilidad: por ejemplo, la persona muy sensible tiene la potencialidad de percibir todo su entorno con mayor facilidad que los demás, pero su intensa vivencia le puede hacer sufrir más intensamente.
El artista que disfruta llevando al lienzo lo que percibe en forma magistral, posiblemente su anhelo de lograr la perfección o su máxima expresión artística lo encamina a una búsqueda permanente y sin tregua toda una vida, desgastándolo prematuramente; así pues, no se puede dividir al ser humano en un sistema tan simplista de cualidades y defectos; debemos tener conciencia de las cualidades que poseemos. En la medida en que estemos más conscientes de nuestro valor, iremos cobrando mayor autorrespeto para nosotros mismos, y esto, en lugar de envanecemos, debe responsabilizamos para autoexigirnos más.
Alguien escribió que para "poder amar a otros es necesario amarse a sí mismo, pues sólo se puede dar a los demás lo que uno mismo tiene". El amarse a sí mismo no implica una realidad egocéntrica. Es un genuino interés, calidez y respeto por uno mismo; es luchar por redescubrir y mantener la propia singularidad; descubrir la verdadera maravilla de ti mismo, no únicamente del tú actual, sino de las muchas posibilidades que posees.
El amarse a sí mismo implica apreciar su propio valor por encima de todas las cosas. El amarte a ti mismo también implica el conocimiento de que sólo tú puedes ser tú. Si tratas de ser como alguien más quizá te aproximes mucho, pero siempre serás una imitación sin mayor valor; ser uno mismo es lo más sencillo, lo más práctico, lo más satisfactorio, así que tiene mucho sentido el hecho de que únicamente puedas ser para otros lo que eres para ti mismo.
Si te conoces, acepta si te aprecias a ti mismo, así como tu singularidad; permitirás que otros también lo hagan. Si valoras y aprecias el descubrimiento de ti mismo, alentarás a otros a que emprendan esta importante búsqueda. Si reconoces tu necesidad de ser libre para saber quién eres, permitirás que otros también tengan la libertad para hacerlo. Cuando te des cuenta que tú eres lo mejor de ti mismo, aceptarás el hecho de que otros son lo mejor de ellos mismos, aun cuando se entiende que todo empieza contigo.
En la medida en que te conozcas a ti mismo (y todos somos más similares que diferentes), podrás conocer a otros; cuando te ames a ti mismo, amarás a otros, y en la profundidad y medida en que puedas amarte a ti mismo, precisamente en esa profundidad y medida podrás amar a otros Todos debemos entender que lo más importante es percibir nuestras propias potencialidades y destacarlas y no tratar de ser alguien diferente; es considerable la inmensa cantidad de libros, seminarios, cursos sobre personas que han tenido éxito, que por años han hablado sobre lo que tenemos que hacer para ser triunfadores. Sin embargo, casi nadie se ha dedicado a inculcar que en el yo de cada quien está la potencialidad para lograr alcanzar cualquier meta que nos propongamos; el sistema educativo tradicional se ha dedicado a vendernos virtudes de otros pero ha descuidado la riqueza que cada uno posee y que es necesario identificar y proyectar potencializando las cualidades de cada quien.
Una adecuada evaluación no debe confundirse con una concepción de soberbia y superioridad de nosotros mismos, sino todo lo contrario, nos debe dar mayor humildad y responsabilidad el obtener de cada una de nuestras potencialidades una autoexpectativa tal que nos exija todos los días actuar de acuerdo no a lo que somos, sino a lo que deberíamos ser.
Fuente:
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