Independientemente de todas las guerras, las pandemias, las crisis financieras mundiales y todos los demás desastres que podamos imaginarnos, las personas continúan siendo optimistas. Psicólogos dirigidos por Gallagher, profesor de la Universidad de Kansas, se dieron a la tarea de comprobar esta hipótesis, para lo cual encuestaron a más de 150 mil adultos de 140 países.
Según los datos obtenidos, el 85% de las personas encuestadas espera que los próximos cinco años sean tan buenos como los anteriores mientras que el 95% espera que sean mejores aún.
¿Dónde se han detectado los niveles más altos de optimismo? En Irlanda, Brasil, Dinamarca y Nueva Zelanda. ¿Dónde se han detectado los índices más bajos? En Zimbabwe, Egipto, Haití y Bulgaria. Los Estados Unidos se ubican en un décimo lugar. Y es que probablemente una de las cosas que impulsan al ser humano a luchar, sin importar religión o cultura, es la esperanza en un futuro mejor.
Afortunadamente, esta tendencia optimista es buena para nuestra salud. Otra investigación desarrollada por especialistas de la Clínica Mayo en Nueva York abarcó un total de 839 personas durante un periodo de 30 años y concluyó que los optimistas viven alrededor de un 19% más que los pesimistas. Pero aquí no terminan las ventajas del optimismo.
El doctor Mark Albion en su libro “Vivir y ganarse la vida” señala algunos aspectos interesantes del optimismo. Albion desarrolló un estudio que involucró a 1.500 profesionales graduados en escuelas de negocios a los cuales se les dio un seguimiento desde el año 1960 hasta el 1980.
Desde el principio los graduados se agruparon en dos categorías distintas. La categoría A incluía a aquellos que afirmaban que debían ganar dinero en primer lugar para luego poder hacer con su vida lo que realmente deseaban. La categoría B agrupaba a aquellos que buscaban en primer lugar conseguir sus propios anhelos, seguros y confiados de que el dinero acabaría llegando más tarde o más temprano (esta categoría era profundamente optimista y confiaba en el futuro). De los 1.500 graduados incluidos en el estudio, un 83% pertenecían a la categoría A, es decir, la de las personas que querían el dinero ya. La categoría B, la de los más arriesgados, alcanzaba solo un 17% de los graduados.
Después de 20 años, aquel 17% de los alumnos estaban más sanos, alegres y satisfechos y tenían mejor disposición ante la vida que el resto. Además, entre los 1.500 profesionales y después de 20 años, habían 101 personas que habían logrado unos altísimos niveles de prosperidad individual y social. Lo interesante es que tan sólo uno de ellos se encontraba en la categoría A, mientras que los 100 restantes estaban en la categoría B. Creo que sobran los comentarios.
Finalmente, otro estudio desarrollado en la misma Universidad de Kansas también demostró los beneficios del optimismo al poner en evidencia que el rendimiento académico de un estudiante depende más de su actitud que de su cociente intelectual. Estos investigadores afirman que los mejores resultados académicos los obtienen los alumnos con una actitud optimista y positiva; no aquellos que obtienen buenos resultados en tests que miden el cociente intelectual.
Probablemente nadie sintetizó mejor los beneficios del optimismo que Winston Churchill cuando afirmó que “el optimista ve la oportunidad en toda calamidad, mientras que el pesimista ve la calamidad en toda oportunidad”. Pero si deseamos ver el optimismo con un toque de humor:
Fuentes:
University of Kansas (2009) People by nature are universally optimistic. Study shows. En: Science Daily. Toshihiko , M. D. et. Al. (2002) Optimism-Pessimism Assessed in the 1960s and Self-reported Health Status 30 Years Later. Mayo Clinic Proceedings; 77(
: 748-753.
Albion, M. (2002) Vivir y ganarse la vida. Barcelona: Amat.
http://www.rinconpsicologia.com/2012/01/los-beneficios-del-optimismo.html