Existen creencias del tipo: “se sufre mucho por amor”, “el verdadero amor es sufrimiento, sacrificio”, “si muestras tu vulnerabilidad te harán daño”,…, que nos hacen pensar que el amor y el sufrimiento van unidos. Esto lleva a muchas personas a cerrarse a la posibilidad de amar a otra persona porque “no quieren sufrir”, a pensar que si no sufres por alguien es que entonces no le amas de verdad, o a esconder el lado vulnerable por miedo a que nos hagan daño.
Es decir, con el fin de evitar el sufrimiento que va supuestamente unido al amor, nos cerramos a amar y a mostrarnos como realmente somos.
La intención de este artículo es la de aclarar las causas del sufrimiento, que hoy por hoy se achacan al hecho de amar a alguien, y lo que podemos hacer para evitarlo, sin que para ello tengamos que dejar de amar o de ser nosotros mismos.
Veamos cuales son algunas de las circunstancias en las que “sufrimos por amor” y la verdadera causa que hay por detrás:
1) Imaginemos que alguien nos gusta, y cuando le declaramos nuestros sentimientos, nos dice que no siente lo mismo. Independientemente de que lo haga con unas palabras más o menos apropiadas, nuestra tendencia es a pensar que esa persona nos está rechazando y así es como lo creemos.
Una vez que creemos que esa persona nos ha rechazado, nuestra mente empieza a suponer posibles motivos para explicárnoslo y lo que nos ofrece es una serie de pensamientos sobre cómo no somos lo suficientemente buenos, majos, guapos, listos, etc, que pretenden justificar ese rechazo, pero que como consecuencia, lo que consiguen es hacernos sentir mal con nosotros mismos.
En este caso, por lo tanto, no es el hecho de que nos guste una persona lo que nos hace sufrir, ni siquiera el que nuestros sentimientos no sean correspondidos, sino los pensamientos negativos que se desencadenan dentro de nuestra cabeza sobre nosotros mismos y que decidimos creer como verdaderos, ya que justifican lo que ha ocurrido en esa situación.
2) Imaginemos que amamos tanto a alguien que nos pasamos el día sufriendo por si le pasa algo malo. En este caso el sufrimiento viene del hecho de predecir una catástrofe (ej: “no llama, ¿habrá tenido un accidente?”) y del miedo que ésta desencadena al no confiar en nuestra capacidad de poder afrontar la catástrofe que estamos imaginando (ej. “Como le pase algo me muero”, “no se que haría sin él”).
Es decir, no sufrimos por amor, sino porque no confiamos lo suficiente en nosotros mismos como para poder superar aquello que nos toque vivir.
3) Muchas veces también sufrimos porque las personas que queremos están en una situación que nosotros consideramos inadecuada, o no deseable. Bien sea por que nuestro hijo está sin trabajo, nuestra amiga está en una relación que consideramos dañina para ella, etc.
En estos casos estamos creando un juicio sobre la situación y el efecto que creemos que ésta tiene sobre la persona a la que amamos, y además, tendemos a hacernos responsables a nosotros mismos de sacar a esa persona de esa situación. Esto tiene el problema de que si la otra persona no considera la situación tan mala como nosotros la vemos, no querrá hacer nada para cambiarla y todos nuestros esfuerzos se verán frustrados.
Por lo tanto, en casos como estos, el sufrimiento viene de no aceptar la situación en la que está una persona querida y de la frustración de querer cambiarla sin éxito.
4) Consideremos ahora el caso en que una pareja o matrimonio se separe. En este caso el sufrimiento puede venir de distintos lugares.
Por una parte está el cambio que la separación representa en nuestro día a día. Como todo cambio, requiere de un duelo por lo que dejamos atrás, por la pérdida, mientras que al mismo tiempo, nos tenemos que enfrentar al miedo, o incluso a la ansiedad, debido al futuro incierto que se presenta en ese momento.
Por otra parte, y al igual que en la primera situación planteada, nuestra mente puede llenarse de pensamientos negativos sobre nosotros mismos, o de preguntas y de situaciones hipotéticas sobre lo que podríamos haber hecho diferente que no nos llevan a ningún lado y nos mantienen estancados en el sufrimiento que nos provocan.
Además, en este caso, también debemos considerar que todos los planes de futuro que teníamos con esa persona se desvanecen, y eso puede dejarnos desorientados o incluso perdidos.
El sufrimiento en este caso viene provocado por un cambio no deseado en nuestras vidas y nuestra resistencia o inadecuada adaptación al mismo.
5) Cuando amamos a una persona tanto que no podemos vivir sin ella. En este caso puede ocurrir que existan inseguridades dentro de uno mismo que estamos intentando cubrir con el hecho de tener a esa persona a nuestro lado, que hayamos creado ciertas necesidades que dependen de esa persona, o que hayamos hecho de esa persona el objeto de nuestro deseo.
En cualquier caso, el sufrimiento no viene de amar a esa persona, sino de otro tipo de necesidades internas.
Entonces, ¿cuál es la relación entre el amor y el sufrimiento?
Como hemos visto, con frecuencia son relaciones de pareja, lazos familiares o amistades muy próximas las que provocan pensamientos que nos hacen sufrir, avivan nuestras inseguridades o nos ponen en situaciones no deseadas, y de ahí que hagamos la conexión entre amar y sufrir, o que creamos que si no sintiéramos amor por esas personas no sufriríamos.
¿Y qué podemos hacer para evitar el sufrimiento?
1) Encontrar cada día algo hacia lo que dirigir nuestro amor y conectar con él. Si estamos sintiendo amor no podremos sentir sufrimiento ya que estos son opuestos.
2) Trabajar en la relación que tenemos con nosotros mismos para evitar sufrir con nuestros propios pensamientos, nuestras propias exigencias.
3) Trabajar nuestra actitud ante los cambios, de forma que ésta nos ayude a afrontarlos y avanzar, en vez de a resistirlos y quedarnos estancados.
4) Ver las experiencias de la vida como las “experiencias perfectas” que tienen que ocurrir para que cada uno de nosotros aprendamos algo.
5) Tener claro quiénes somos y qué queremos, así, aunque nos dejen, podremos seguir nuestro camino más fácilmente.
6) Trabajar en la confianza hacia uno mismo y determinar cuál es la reacción que queremos tener, o cómo queremos que nos afecte, cuando una persona ataca consciente o inconscientemente nuestro lado más vulnerable. Así como la otra persona es responsable de hacer algo que nos lleva hasta ese lugar vulnerable, es nuestra responsabilidad definir nuestra reacción y actuación al respecto.
7) No ver el sufrimiento como algo malo que debemos evitar. En el sufrimiento siempre encontraremos algo que aprender de nosotros mismos, por lo que hay que agudizar la escucha interna, precisamente en ese momento en el que decimos que estamos sufriendo.
Prestar atención al tipo de pronósticos que hacemos a la hora de pensar en nuestros seres queridos, y procurar, en la medida de lo posible, que estos no sean siempre negativos.
9) Cuando hagas algo por alguien al que amas, hazlo desde el querer y no desde el deber, así sentirás que estás actuando libremente.
10) Aprender a hacer los duelos, y dejar en el pasado aquello que pertenece al pasado.
11) No responsabilizarnos de los problemas de los demás, sino escucharlos y apoyarlos con aquello que nos pidan.
12) Diferenciar amor de deseo. Cuando sentimos amor sentimos paz, calma, bien estar, mientras que cuando sentimos deseo estamos intranquilos, nerviosos, impacientes.
Conclusión:
El sufrimiento es causado por nuestros pensamientos, inseguridades, miedos y resistencia a los cambios o a ciertas situaciones presentes no deseadas.
Cuando nos sentimos bien y seguros de nosotros mismos podemos amar libremente, sin miedo a sufrir!
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