No haces nada cuando él te humilla, porque has renunciado a tu poder.
Has creído que no mereces nada mejor, y que tu valía depende de las migajas que él te arroje.
Piensas que sin él no serías nada, y estás dispuesta a todo tipo de vejaciones para no perder su cariño.
Pero recuerda, hermosa criatura: eres un bello ser, digno de ser tratado con amor y respeto.
Tu pareja seguirá tratándote con desprecio mientras TÚ te desprecies a ti misma.
Él no es sino un espejo que refleja de regreso a ti tus propias actitudes.
Agradécele el trabajo tan eficiente que ha llevado a cabo, y comunícale que ya no necesita seguir haciéndolo, porque ahora ya has reconocido tu inmenso valor.
Puede que creas que tu bienestar se lo debes a tu pareja, y que sin él, tu vida sería un pozo de amargura y desesperación.
Es probable que hayas disculpado innumerables veces su falta de tacto y sus groserías en público. Quizá incluso las hayas considerado simplemente rasgos de su personalidad.
Tal vez no dejas de engañarte a ti misma, pensando que su conducta es pasajera y que sólo está atravesando por un mal momento. Y confías en que si sólo aguantas un poco más, si sólo soportas unas cuantas humillaciones más, todo volverá a ser como al principio.
Por otro lado, también debes comprender lo siguiente: tu pareja te trata mal y te humilla, porque está sufriendo.
Posiblemente su sensación de angustia y vacío era tan intensa que ya no podía soportarla más dentro de sí, y la proyectó entonces fuera de sí, expulsándola de su interior. ¿Y a quién tenía más cerca para vaciar toda esa amargura que le quemaba las entrañas? Exacto: a ti.
Pero la mejor forma de socorrerle NO es permitiendo que te use como su contenedor de basura emocional, sino ayudándole a que vuelva a responsabilizarse por su manera de percibir la vida.
Porque fue su manera errada de contemplar la existencia (viéndose como un ser aislado del resto y amenazado por un mundo hostil), la que lo llevó a sentirse atacado y, por lo tanto, atacar.
Lo que necesita de ti NO es tu sumisión, sino tu compasión.
Y si no está dispuesto a agradecer el apoyo que le ofreces, quizá quieras plantearte la posibilidad de permitirle que siga su propio camino. En cualquier caso, habrás recuperado tu poder y tu libertad.
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