Se puede comprobar como la magia y la hechicería practicada durante la Antigüedad clásica utilizaba un amplio abanico de recursos vegetales para alterar el funcionamiento de la mente, los estados ordinarios de la conciencia, hasta el punto de que el empleo de plantas y drogas obtenidas de dichas plantas, parece ser, a todas luces, uno de los componentes esenciales de la magia antigua. La magia también estaba muy relacionada con los efectos terapeúticos de las plantas, y así se creía, por ejemplo, que las virtudes curativas de la Peonia (Peonia Officianalis), planta que debe su nombre al dios Peón, presentado en la Illiada (E 398 ss) como el padre de la herboristería, procedían de su relación con el astro lunar (Gribomont, 2004).
Las hierbas de Hécate.
Asimismo, magos y hechiceros extraían sus poderes de determinadas plantas a las que se les atribuía orígenes fabulosos. Esto es lo que vemos cuando Ovidio (Met., VII, 405) nos habla del origen fabuloso del acónito (Aconitum napellus), nacido de los dientes de Equidna e introducido en Grecia por Medea desde las riberas de Escitia. La gran hechicera, paradigma de todas sus congéneres, es presentada por el poeta como mujer muy familiarizada con un amplio repertorio botánico del que extrae parte importante de sus facultades para ejercer todo tipo de sortilegios (VII, 224 ss):
“Y allí estaba el carro, descendido del cielo. Tan pronto como subió a él y dio unas suaves palmadas a los embridados cuellos de los dragones y sacudió en sus manos las ligeras riendas, es arrebatada a las alturas y divisa allá abajo el tesalio Tempe y dirige sus serpientes hacia regiones bien determinadas; y va reconociendo las hierbas que produce el Osa y las que produce el alto Pelio y el Otris y el Pindo y el Olimpo mayor que el Pindo, y, de las que estima útiles, unas las arranca de raíz y otras las corta con la curva hoja de una hoz de bronce. También escogió muchos céspedes de las riberas del Apídano, y muchos también del Anfriso, y tampoco tú, Enipeo, dejaste de contribuir; como también el Peneo y también las ondas del Esperquío aportaron algo, y lo mismo las orillas, abundantes en juncos, del Bebe; cogió además en la eubea Antédone el vivaz tallo que todavía no era célebre por la transformación del cuerpo de Glauco. Y ya ocho días y ocho noches la habían visto recorriendo los campos, llevada por su carro y por las alas de los dragones, cuando volvió; los mismos dragones no tuvieron más contacto con las hierbas que el olor, y aun así se desprendieron de su piel de añosa vejez.” (TRAD. A. Ruiz de Elvira).
Muncho antes, Homero (Ilid., XI, 741) había escrito, en relación a la hechicera Agamede:
"Conocía todos los fármacos que produce la vasta tierra",
y refiriéndose a Helena (Od., IV, 229), que vierte la bebida del olvido en la copa de los afligidos héroes:
"Para ella produce la tierra fecunda abundantes fármacos y muchas mixturas, tanto saludables como funestas"
También, y de acuerdo con Lucio Apuleyo (Apol., 27-28), este rasgo constituye un lugar común de la hechicería y magia antigua. Distinguía entre la magia de los filósofos y los físicos -que no persigue sino el conocimiento y el acercamiento a la divinidad- y la hechicería, que se vale de toda una serie de sortilegios para conseguir sus propósitos, El mismo fue acusado de mago por los parientes de su mujer y, aunque salió absuelto, pasaría a la posteridad como uno de los mayores magos de la Antigüedad, junto con Apolonio de Tiana, según el testimonio de Lactancio o San Agustín, En su defensa, en el proceso en el que se le acusa, entre otras cosas, de buscar ciertos peces para sus artes mágicas, replica, no sin ironía (Apol., 31,
:
"Desde los tiempos a los que se remonta la memoria humana, sois vosotros los únicos que trasferís el poder mágico de las hierbas, de las raíces, de los retoños tiernos y de los guijarros, como si se tratase de una aportación aluvial de la naturaleza, desde la cumbre de los montes hasta el mar y lo encerráis, como en el fondo de un saco, en el vientre de los peces" (TRAD. S. Segura Munguía).
Virgilio (Eneid., IV, 484 ss), por su parte, asociaba la adormidera a los hechizos de la guardiana del templo de las Hespérides, y hablando de la magia amatoria cuyos encantamientos nublaban los sentidos (Eneid., IV, 513) menciona:
"El zumo de aquellas vellosas hierbas segadas a a luz de la luna con podadera de cobre..."
y sabemos por el testimonio de otros autores, como Plinio (Nat. Hist., XXV, 5) o Dioscórides (IV, 141) de la utilización de plantas con propiedades psicotrópicas, como el eléboro o la mandrágora, por magos y hechiceros del mundo clásico. Tal debía ser el caso de la “hierba de Hécate” que cita también Ovidio en sus Metamorfosis (IV, 140) a la que atribuye la trasformación de Aracne:
“Tras estas palabras se apartó y la regó con los jugos de una hierba de Hécate, e inmediatamente sus cabellos, tocados por la droga siniestra, se consumieron y al mismo tiempo la nariz y los ojos; la cabeza se le torna diminuta y también es pequeña Aracne en el conjunto de su cuerpo; en el costado tiene incrustados, en lugar de piernas unos dedos finísimos; lo demás lo ocupa el vientre, de que, a pesar de todo, hace ella brotar el hilo, y como araña trabaja sus antiguas telas.” (TRAD. A. Ruiz de Elvira).
o las hierbas empleadas por la hechicera Canidia, en palabras de Horacio (Epodos, 5):
"...rodeándose los cabellos y la cabeza despeinada con pequeñas víboras, manda que se ponga a cocer sobre las llamas de Colcos higos silvestres arrancados de los sepulcros, ramas del fúnebre ciprés, huevos untados de sangre sucia de rana y las plumas de la nocturna lechuza, hierbas enviadas desde Yolco e Iberia, fecunda en venenos, y huesos arrancados de las fauces de una perra hambrienta" (TRAD. V. Cristóbal López).
Estaban consagradas a Hécate, entre otras, la mandrágora, la belladona y el solanun nigrum. Las “virtudes” de este tiplo de plantas, asociadas a la hechicería, y capaz de transformar a las personas en animales, eran ya conocidas desde antiguo, como se observa en el relato de Apolodoro (Epit., 7, 14) sobre los conjuros de Circe:
“Con una solo nave llegó a la isla Eea; allí vivía Circe, hija de Helios y Perse, y hermana de Eetes, experta en toda clase de brebajes mágicos. después de distribuir a sus compañeros, Odiseo, de acuerdo con el sorteo, se quedó en la nave, y a Euríloco, con otros veintidós, le correspondió ir ante Circe. A la llamada de ésta acudieron todos excepto Euríloco; ella dio a cada uno un brebaje de queso, miel, cebada y vino, mezclados con una droga. Una vez que lo hubieron bebido, tocándolos con su vara transformó a unos en lobos, a otros en cerdos, a otros en asnos y a otros en leones. Euríloco lo vio y fue a comunicárselo a Odiseo. Entonces éste se presento a Circe con el moly que había recibido de Hermes, y enchándolo en el brebaje bebió y fue el único que no sufrió el sortilegio; luego con la espada desnuda quiso matar a Circe, más ella calmó su cólera y devolvió a los compañeros su antigua forma. Después de hacerle jurar que no le haría ningún daño yació con ella y engendró un hijo, Telégono. Allí permaneció un año y luego recorrió el océano, ofreció sacrificios a las almas y, aconsejado por Circe, consultó al adivino Tiresias y contemplo las almas de los héroes y las heroínas.” (TRAD. M. Rodríguez de Sepúlveda).
Por cierto que el propio Ulises se salvó gracias a otro tipo de planta, según narra Homero (Od., X, 302-306):
“Al terminar de hablar el dios me dio el remedio, arrancando una planta cuya naturaleza me enseñó. Tenía negra la raíz y su flor era blanca como la leche; llámanla moly y es muy difícil de arrancar para un mortal; pero no para ellos que todo lo pueden.”
que Teofrasto (IX, 12, 7) identificaba con el ajo negro (allium nigrum), aunque investigaciones farmacológicas modernas la identifican con Galanthus nivalis L., un antídoto contra los efectos de estramonio, que se cree era la droga que usaba Circe (A., Plaitakis y RC., Duvoisin 1983. "Homer's moly identified as Galanthus nivalis L.: physiologic antidote to stramonium poisoning", Clinical neuropharmacology, 6, 1, 1983, pp. 1-5). El mismo Teofrasto (IX, 9, 3) nos informa de que la raíz del ciclamen (Cyclamen persicum) se utilizaba en los hechizos para provocar el parto y también como filtro amoroso. Los bulbos y rizomas de esta planta contienen un poderoso tóxico: ciclamina.
Los primeros escritores cristianos también estaban al corriente de la utilización de todos estos recursos vegetales con propiedades psicoactivas por los magos y hechiceros de la Antigüedad. El propio Eusebio de Cesaréa, en su Praeparatio evangelica, en la que trata de demostrar la excelencia del cristianismo sobre todas las religiones y filosofías paganas, alude a las plantas utilizadas por magos y sacerdotes para producir visiones (4, 1-6.9).
Plantas mágicas en papiros griegos.
El empleo de plantas a las que se atribuye propiedades mágicas está documentado en una serie de papiros griegos encontrados en Egipto que pertenecen al periodo helenístico tardío y sobre todo a la época imperial romana (Textos de Magia en Papiros griegos, Madrid, 1987, Gredos). Siguiendo la tradición anterior, en este caso de doble raíz -griega y egipcia-, muchas de ellas son tóxicas o psicoactivas. El tema ha sido bien estudiado por F. Dibble, quién incluso ha compuesto una tabla sobre la aparición de la artemisia ("wormwood", en inglés), su uso, consumo, efectos del encantamiento en que aparece y la presencia de otras sustancias tóxicas en estos papiros.
En otro de estos papiros (P 5026 del Museo Estatal de Berlín), de la misma fecha, encontramos como parte de una fórmula para comunicarse con Apolo y conseguir un oráculo (II, 74 ss):
"Comunícate tu mismo con el dios de esta manera: toma un gallo enteramente blanco y una piña. haz una libación de vino en su honor, úngete, y permance suplicando hasta que la ofrenda se consuma; úngete todo el cuerpo con la siguiente mixtura: semillas de laurel, comino de Etiopía, adormidera y dedo de Hermes". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Mª D. Sánchez Romero)
La planta "dedo de Hermes" se piensa que podría ser Mercurialis annua, una planta muy común pero aún poco conocida farmacológicamente que contiene pequeñas cantidades de alcaloides, utilizada como purgante y considerada muy tóxica.
En otro papiro de este grupo (Suplementum graecorum 574 de la Biblioteca Nacional de Paris) el mago, que pretende comunicarse con Helios, ha de coronarse con hiedra negra. En el mismo documento se encuentra la llamada "Liturgía de Mitra" en la que se puede leer (IV, 4, 475):
"Sedme propicias, Providencia y Psique, a mi que escribo estos misterios que no ueden ser vendidos, que se enseñan: para mi hijo único pediré la inmortalidad, oh iniciados en los misterios de nuestra Fuerza (es necesario pues, hija, que tomes zumos de las plantas y especias que te van a ser mostradas al final de mi escrito sagrado), Fuerza que el gran dios Helios-Mitra ordenó me fuera transmitda por su propio arcángel, para que sólo yo entre en el cielo como peticionario y lo examine todo". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Mª D. Sánchez Romero)
Las escenas visionarias que se relatan a continuación sugieren la utilización de algún tipo de enteógeno, por más que los nombres de las plantas permanezcan ocultos. Asimismo se afirma que el visionario estará en un estado de éxtasis y "lleno de entusiasmo profético" (IV, 4, 735).
También se ha detectado, en este conjunto de papiros griegos sobre magia (XXXVI, 320-32), la presencia de otras plantas psicoactivas como el beleño y una variedad de vicia, sativa o tal vez ervilia, que resulta venenosa, pero que en pequeñas dosis produce alteraciones de la consciencia, en fórmulas en las que están asociadas con sus efectos pero cuyo uso no produciría ninguno de ellos (Scarborough 1991: 158). En estos textos, el kyphi, de cuyas propiedades sobre la mente ya hemos hablado, es mencionado varias veces en su utilización como incienso. Además, en al menos tres ocasiones (IV 1275-1322, 2622-2707, 2891-2942) se realizan fumigaciones de artemisia, cuyos vapores son inhalados y en otra (IV, 1830) el opio forma parte de otro incienso:
"Esta es la ofrenda que da aliento a Eros y a toda la práctica: 4 dracmas de polvo de incienso, 4 dracmas de goma, 4 dracmas de opio, 4 dracmas de mirra, incienso, azafrán y bdélla (resina aromática que procede del Balsamodendrum africanum) como media dracma. Añade oleosa lechetrezna, mezcla todo a partes iguales con vino oloroso y utilízala para la práctica. Al realizarla, quema primero todo ello y úsalo de este modo". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Mª D. Sánchez Romero)
En otra ocasión, la artemisia o ajenjo es mencionada, junto con otras plantas tóxicas, como un ingrediente en una fórmula de conjuro para todo fin mágico, de la que también forma parte el kyphi (IV, 11, 1305 ss):
"Ofrenda de la práctica: cuatro dracmas de incienso, cuatro dracmas de mirra, una hoja de laurel, unas dos onzas de pimienta blanca, una dracma de gomorresina de bálsamo africano, una dracma de semilla de asfódelo, de amono, de azafrán, unas dos dracmas de trementina de teberinto, una dracma de artemisa, planta de katanánke, kyfi hierático, el cerebro completo de un carnero negro. Mézclalo con vino blanco mendesio y con miel y has con ello una pasta". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Mª D. Sánchez Romero)
El asfodelo (Asphodelus albus) tiene propiedades tóxicas debido a que contiene asfodelina. La fermentación de sus tubérculos produce alcohol. Los griegos lo plantaban sobre las tumbas y se decía que cubría las praderas de los Campos Elíseos y la antesala del Hades. La planta llamada, katanánke, palabra que en griego significa "conmoción", se ha identificado con un tipo de arveja, y también con la llamada "hierba de Cupido" (catananche caerulea), de la que en la Antigüedad se decía que era estimulante y afrodisiaca y formaba parte de muchos filtros de amor.
En un vaticinio a través de un medium que ha entrado en estado de trance y se ha desplomado, podemos leer como la artemisia es considerada una planta sagrada (IV, 6, 914 ss):
"Tú siéntate sobre los adobes y pregúntale; y te expondrá la verdad minuciosamente. Tienes que coronarlo con una guirnalda de artemisa amarilla, a él y también a tí. El dios se complace también con esta planta". (TRAD. J.L. Calvo Martínez y Mª D. Sánchez Romero)
Otras veces, la artemisia aparece ritualmente asociada a sueños inducidos para que se aparezca en ellos la divinidad, lo que nos recuerda una visión de Elio Aristídes (Discursos sagrados, II, 31-2), retórico de la segunda sofística y seguidor de Asclepio, que permaneció en el asklepeión de Esmirna, uno de los tres principales centros de culto al dios, diecisiete años como paciente y devoto, famoso también por la facilidad con que entraba en trance para asombro de sus contemporáneos:
"Era artemisa, clara de una cierta manera. Tan clara cuanto era posible, apenas como incontables otras cosas tenían claramente la presencia del dios. Era como si se tuviera la impresión de tocarlo y se percibiera que él mismo había venido en persona, como estar entre el sueño y el despertar.. y prestando oidos atentos oír algunas cosas tan en un sueño, otas como en un trance de despertar...".
También aparece en una ocasión la belladona en un conjuro (II, 1-64) en el que la artemisia forma parte de un ungüento de ingredientes extraños y en el que esta solanácea es introducida en una tinta, que contiene la planta de Artemis, que luego será quemada. En otro conjuro destinado a enviar sueños y producir visiones en estos, en el que también la artemisia está presente en un incienso, se quema madera de enebro.
http://pocimae.blogspot.com.ar/2007/10/la-hechicera-clsica-plantas-y-hierbas.html