Cuando tu tiempo y el mío
converjan en un mismo punto,
cuando nos sean propicios
los dioses de lo oportuno,
protegido nuestro encuentro
por los hados del destino.
Cuando nada nos distraiga
de la mirada del otro
y no escuchemos las voces
que contaminan el aire…
Correré a tus brazos sin miedo,
ligera de prejuicios y equipaje,
para quemar mis naves en tu puerto
y amarnos en todos los paisajes.
Abierto el corazón a la locura,
mis piernas serán alas desplegadas,
volando hacia el futuro con premura
dejando atrás cien vidas olvidadas
Cuando tu tiempo y el mío...
Cuando mi tiempo y el tuyo...
¡Espera!
¿Quién dijo que el tiempo aguarda?
¿Quién escribe los destinos
o da la oportunidad
de que dos almas se encuentren…
¡para volverse a alejar!?
¡Hoy es el día!
Yo sólo escucho tu voz
rompiendo mi silencio
y no hay más mirada que la tuya
reflejándose en mis ojos.
Si el amor se deleita en este instante
en hacer de nosotros su morada,
¿por qué esperar que los hados o los dioses
se decidan a tomarnos de la mano
y nos lleven por la senda equivocada?
Mª Rosa Rodriguez Palomar