Cuando Dios nos creó, creó un espíritu, a Su imagen y semejanza que comparte con Él el ser y la sabiduría (como Creador a Criatura).
Es esa parte de nosotros que ES (el “YO SOY”) es el que sabe para qué nacimos. Es el que recuerda por qué vino a esta madre y a este padre (a estas circunstancias determinadas y a estas personas determinadas). Es el que sabe lo necesario para cumplir la misión y que sin embargo, al nacer va perdiendo comunicación con su dimensión carnal y su dimensión mental (niño interno y ser racional).
Creo que esta pérdida de comunicación responde principalmente a que una parte de nuestra misión es precisamente el descubrir que esta tercera dimensión de nuestro ser existe y que precisamente hay que conectarse con ella, para –desde nuestra tridimensionalidad- poder cumplir el plan de Dios para nosotros.
Nuestro Ser Superior tiene poder para crear y sabiduría para resolver problemas y aprender lecciones. Es el que crea nuestras circunstancias y el que nos susurra la solución a los problemas que una y otra vez se nos presentan. Es el que nos envía luces para superarlos y es el que muchas veces tiene que soportar en silencio el que nuestro ser mental- racional no lo escuche ni acepte su poder ni su sabiduría.
Es el que nos dice cuando conocemos a una persona si debemos o no continuar el trato con ella. Es el que nos guía hacia las almas o espíritus afines, a las almas o espíritus de los que debemos aprender lecciones, y hacia nuestra alma gemela. Es esa voz interior que podemos llamar sabiduría o intuición y a la que no e hacemos caso porque no aceptamos la tridimensionalidad de nuestro ser.
Este ser responde a un nombre eterno. Un nombre que sólo puedes saber si se lo preguntas.
Tomada de la pagina: Autoayuda.wordexpress.com