Hace poco escuché que la felicidad, eso que tanto anhelamos los seres humanos, es aprender a vivir sin miedos. Y esto que, dicho así, suena simple y parece fácil, no resulta, sin embargo, tan sencillo.
Los miedos están presentes en nuestra vida continuamente: miedo a perder lo que tenemos (ya sea una pareja, un trabajo, etc. ), miedo a envejecer, a ser rechazados, a fracasar, a cometer errores, a hacer el ridículo, a tener problemas, a engordar... y así podríamos continuar con una lista casi interminable de situaciones, reales o imaginarias, que nos generan malestar.
¿Cómo podemos combatir estos miedos, para no dejar que nos paralicen y nos impidan vivir?
No hay solución mejor para esto que... ¡enfrentarse a ellos! Cuando así lo hacemos, cuando nos automotivamos, infundiéndonos esperanza y valor, y autoaceptación incondicional, y cuando nos hablamos manejando nuestros pensamientos de manera realista y positiva, ese enfrentamiento que, en principio, nos había aterrorizado se convierte en un reto, en una posibilidad de crecimiento personal que nos va a fortalecer.
Llevar a cabo las conductas precisas de enfrentamiento a esas situaciones concretas que nos dan miedo, va a ser más fácil si mentalmente trabajamos nuestros pensamientos. Por eso, ante los miedos cotidianos que asaltan nuestra cabeza, la mejor manera de librarse de ellos es enfrentarlos, armarse de pensamientos positivos y realistas, y dejar que salgan de nuestra mente para siempre todas aquellas ideas distorsionadas que nos paralizan y nos causan infelicidad.
Porque el miedo que se enfrenta, generalmente siempre desaparece.
Autor: Teresa Díaz Bada