Estamos compuestos de dos facetas: la espiritual y la física. La espiritual es mi alma. La física es mi cuerpo, mi ego, mi intelecto y todo lo que se les relacione. Estas dos facetas no pueden compartir el poder. En cualquier momento dado, una está al mando. En cualquier momento dado, una está siendo alimentada.
Cuando estoy incómodo, fuera de mi caja, mi alma está contenta. Se acerca más a su fuente; está más cerca de su propósito.
Dentro de esta verdad espiritual yace un gran secreto para ganar mayor control en nuestras vidas. La incomodidad es inevitable. Pero, cuando nosotros la iniciamos, está bajo nuestros términos, y al escogerla, nos conectamos con una Luz incluso mayor a la que nos conectaríamos si la incomodidad simplemente nos llegara.
Hoy, sé honesto y realiza una lista de lo que te es incómodo. Las cosas que te horrorizan, que te hacen encogerte, que te ponen rojo. Y persíguelas. Mientras más te encuentres fuera de tu zona de confort, encontrarás más libertad de las limitaciones del mundo físico.