Un barco se encontraba al punto de naufragar, y la tripulación se daba prisa para rescatar a todos los que se encontraban en el barco. Entonces, le tocó el turno a un fervoroso cristiano. El marinero le gritó, “¡Vamos, hombre! ¡Ven a la lancha salvavidas!” Y el cristiano le contestó, “¡No, el Señor me va a salvar!” Y la lancha se fue. Después, salió otra lancha, y le volvieron a gritar al hombre cristiano, “¡Ven, salva tu vida!” Y el cristiano volvió a contestar, “¡No, el Señor me salvará!” Y así pasó sucesivamente, hasta que salieron las seis lanchas salvavidas, y el fiel cristiano se ahogó. Al llegar a la presencia de Dios, decepcionado, le reclamó, “¿Señor, por qué no me salvaste?” Y el Señor contestó, “YO TE MANDÉ SEIS LANCHAS.”