10. Un cepillo de dientes
Una joven de 22 años intentó en 2009 (entonces tenía 20) provocarse el vómito con un cepillo de dientes. El problema es que se lo tragó accidentalmente y tuvieron que operarla para sacarlo de ahí. La protagonista de los hechos, Martha Restrepo, aseguró que se los estaba lavando, pero tenía las manos enjabonadas y por eso se lo tragó. Me cuadra más lo primero.
9. Una bala en el oído
Michael Moyla, corredor de Rabobank (no, no es ciclista, pero siempre quise decir eso de “corredor de Rabobank” después de un nombre extranjero). Perdón, perdón… empezamos. Michael Moyla descubrió que los dolores de cabeza que tenía obedecían a una bala que tenía detrás de su oído derecho.
Resulta que la mujer de Michael dormía con una pistola bajo la almohada. Sonó la alarma en casa y ella se asustó, sacó el arma y se le disparó accidentalmente. No me preguntéis cómo, pero él no se enteró. Lo peor para ambos es que ella tenía antecedentes por traficar con cocaína, lo que le impide tener armas, de modo que fue detenida.
8. Una aguja en el culo durante 31 años
Lao Du es un hombre chino que estaba resfriado en 1978, fue a ponerse una inyección, la aguja se rompió y se le quedó dentro. Notó que algo no iba bien, un dolor incipiente ahí donde la espalda pierde su casto nombre, de modo que fue al médico nuevamente. No sé que le dirían, pero aquello no lo encontraron. Vuelta a casa con la aguja en el culete.
Así pasaron los días, las semanas, los meses y los años hasta que, en abril de 2009, localizaron a la compañera puñetera y la sacaron.
7.Un electrodo en el vientre
Raquel de la Cruz sentía dolores en el vientre desde que dio a luz a su primer hijo, nacido a través de una cesárea. Le realizaron una ecografía, pero todo parecía normal. No obstante, después de una gastroenteritis que agudizó su dolor le hicieron una radiografía que descubrió “un objeto metálico similar a una pulsera” entre el útero y la vejiga. Cuatro años después le hicieron una nueva cesárea y le extrajeron un electrodo (tornillo) de los usados en la instrumentación quirúrgica.
6. Una rama en el pulmón
El ruso Artyom Sidorkin fue al hospital para ver a qué obedecían sus fuertes dolores en el pecho y su tos con sangre. Los médicos le hicieron una radiografía y descubrieron que en su pulmón había algo que parecía un tumor. Y digo parecía porque cuando le hicieron una biopsia encontraron extrañas agujas verdes clavadas en el tejido. No era un tumor, no, era una rama de abeto de cinco centímetros, fruto de un extraño brote.
5. Balas en la cabeza
Quizás penséis que esto de las balas en la cabeza es algo inusual, pero al parecer es casi más común que operarse de miopía. Tan pronto encuentas a un joven turco con una bala en el cráneo durante diez años, como un anciano a quien le extraen una bala de la Guerra de Corea después de 60 años o una mujer de 77 años a quien una bala de la II Guerra Mundial la atormenta desde los 13. Lo dicho, esto es más habitual que un capítulo repetido de Los Simpsonsn a mediodía.
4. Arañas en el oído
Los zumbidos que oía y el dolor que sentía Jesse Courtney en la cabeza eran por culpa de dos arañas (una viva y otra muerta) que se habían instalado en su oído. Los hechos tuvieron lugar en 2007, cuando Jesse dijo que oía continuamente cereales siendo bañados con leche. Irrigaron su oído por dos veces y extrajeron a las arañas (del tamaño de la goma de borrar de un lápiz), que conservó en un bote.
3. Un gusano en el cerebro
En 2008, Rosemary Álvarez tenía 37 años y un gusano en el cerebro. Bueno, más que un gusano era un ‘Taenia solium’, que llegó a su cuerpo tras ingerir un alimento contaminado por una persona que tenía el parásito. El animal le causó numerosos problemas, entre ellos entumecimiento de un brazo y dificultades para tragar. No obstante, cuando se lo retiraron su vida volvió a la normalidad.
2. Un lápiz en la cabeza
Al más puro estilo Homer Simpson, Magret Wegner convivió con un lápiz en su cabeza durante 55 años después de que a los cuatros años se cayera portando un lapicero en la mano. Éste se introdujo a través de su piel y desapareció en su cabeza, causándole durante cinco décadas jaquecas y hemorragias nasales. El lápiz, de ocho centímetros, fue extirpado… bueno, más o menos. Aún conserva dos centímetros.
1. Un feto que llevaba en su vientre 30 años
Lusianni Isa descubrió en marzo de este año que los dolores que sufría en la zona abdominal era causa de un embarazo que tuvo hace 30 años… aunque nunca llegó a dar a luz. Esta haitiana de 65 años acudió a curanderos y médicos para que la trataran, pero nadie encontró la razón. Fue ahora, 30 años después de su gestancia, cuando descubrieron que había sufrido un embarazo fuera del útero, lo que provocó que el feto (de dos kilos) quedara petrificado en su vientre.