Las coincidencias, atribuidas generalmente a la casualidad para los que no conciben otra realidad superior al ego, plantean un cuestionamiento sobre uno de los misterios menos investigados de la vida.
Son sucesos que ocurren simultáneamente y que tienen un significado personal; son claves, pistas que aparecen para favorecer el cumplimiento de las intenciones.
Estos fenómenos que algunos llaman milagros y que muchas veces llega a abrumarnos y desconcertarnos, todavía permanecen en el ámbito de lo no conocido para la ciencia.
Son hechos que se confabulan para coincidir con nuestras intenciones; y si aprendemos a Ver con una perspectiva más amplia, nos indican cómo actuar para hacer posibles nuestros deseos.
Las coincidencias son fenómenos de sincronicidad usuales en la naturaleza y se producen en forma tan frecuente que las ignoramos.
Si observamos el vuelo de las aves, al igual que el movimiento de cardúmenes de peces, podremos ver que se mueven en formación, y cuando cambian de dirección, todos modifican su curso al mismo tiempo a la perfección sin chocarse entre sí, como si se tratara de un solo organismo.
Desde el punto de vista humano no se puede asociar el fenómeno de las aves en formación a las formas de comunicación que conocemos, de modo que este hecho sigue sorprendiendo a los investigadores que aún no pueden encontrar la explicación.
Si se pudiera descubrir ese misterio y fuera posible implementarlo en el tránsito, no existirían más accidentes.
Las mascotas también parecen poseer alguna fuente de información extrasensorial que los preserva de peligros que aún no se han producido.
Por otro lado, se han realizado experimentos con perros que pueden anticipar el regreso de sus amos a casa, cuando aún se encuentran en sus trabajos y tienen la intención de regresar a sus hogares.
La mayoría de los perros detectan esa intención de una manera desconocida sin la participación de sus sentidos demostrando que los vínculos afectivos producen una relación de sincronicidad entre el comportamiento animal y el pensamiento humano.
Este tipo de vínculo también se registra entre una madre y su hijo cuando la conexión entre ellos es muy profunda.
Nuestro cuerpo actúa en forma sincrónica todo el tiempo y cuando hay alguna perturbación en un área reacciona en su totalidad, produciendo una serie de sucesos sincrónicos para equilibrarlo.
Las investigaciones revelan que cuando somos creativos, cuando estamos tranquilos o cuando estamos enamorados, estos estados emocionales generan un campo electromagnético ordenado que se transmite al resto del cuerpo, que podría muy bien tener la capacidad de extenderse para ordenar el ambiente.
Un cuerpo saludable manifiesta una sicronicidad perfecta pero cuando lo perturba el estrés, pierde la capacidad de autoregularse, como si lo abandonara la inteligencia natural para funcionar en forma integrada.
La inteligencia de la naturaleza no termina en el cuerpo sino que se puede observar en los ritmos o ciclos naturales.
Toda la naturaleza actúa como un solo organismo y cada fenómeno natural influye en nuestros cuerpos.
Los humanos solemos referirnos a la mala onda, y no es solo una frase común sin sentido, la mala onda es un fenómeno que tiene fundamento, porque la partícula subatómica es una onda portadora de energía e información.
Si pudiéramos aprender a vivir tomando como centro de referencia a nuestro ser esencial y no a las limitaciones del ego, podríamos conectarnos fácilmente con los ritmos del universo y todos podríamos hacer milagros.
Estamos condicionados por las experiencias pasadas, pero no importa cuánto hemos descuidado nuestras vidas porque siempre es posible recurrir a nuestra conexión universal, que es el campo de la potencialidad pura y modificar nuestro camino.
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