Es difícil sacar adelante una relación de pareja cuando ha bajado la marea del enamoramiento, pues es allí cuando el manto de las ilusiones se desvanece ante la imponente e ineludible presencia de la realidad. Lo que antes era perfecto, ahora nos molesta, los defectos que antes eran absolutamente tolerables y adorables, se convierten en temibles excusas para ya no querer pasar mucho tiempo al lado de quien antes considerábamos como “la mitad que nos faltaba”.
Hasta ahí todo estaba perfecto: iniciábamos una nueva vida enamoradas, el corazón se llenó de alegría y esperanza. Pero con el pasar de los días, el simple gusto mutuo ya no resulta suficiente, al contrario, resulta monótono y agotador, el oasis que encontramos en medio de nuestro desierto ya no puede saciar nuestra sed…
Sin embargo, lo más difícil no es sufrir una decepción de esta clase, lo más difícil es seguir queriendo ver un espejismo, es entonces cuando nos creemos con el derecho y el deber de cambiar a la otra persona a nuestro antojo, pues queremos materializar la imagen que de él o ella construimos en un inicio, es aquí en donde creemos cosas como “mi pareja puede cambiar” o “yo puedo hacer que mi pareja cambie”.
¿Qué nos hace creer que podemos cambiar a nuestra pareja? ¿Será que de verdad nos enamoramos de nuestra pareja o de la percepción que tuvimos de ella? ¿Nos gustaría que nos pidieran que cambiásemos para mantener una relación?
Nos enamoramos de la diferencia, pues ¿acaso tiene gracia enamorarse de tu reflejo en el espejo? Así que hay que tener en cuenta algo básico: todos somos únicos y valiosos, tanto quien se enamora de nosotras como nosotras mismas, y todas tenemos derecho a “Ser” como queramos sin reservas, tenemos derecho a que nos amen tal y como somos, sin condiciones ni advertencias. Es cuestión de respeto y de lógica: si no acepto al otro tal cual es, entonces ¿para qué quiero estar con el? ¿Acaso puede construirse sobre terreno inestable?
Cuando decidimos entablar una relación con alguien, nos encontramos con un hombre que ya está conformado como persona: tiene gustos, defectos, aficiones, creencias, virtudes y costumbres, negar eso, sería negar el amor que decimos sentir.
Intentar cambiar a nuestra pareja no es negocio, pierdes tú, pierde él, y lo más consecuente, pierde la relación que estaba naciendo. Siempre debemos pensar en lo que queremos para nuestras vidas, así sabremos a quién debemos buscar. Nuestro corazón no se equivoca, y no acepta cambios o devoluciones.
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