La llaman “la soga del muerto” y promete, según saberes ancestrales, una experiencia de contacto con el más allá después de la cual nada vuelve a ser igual.
Droga natural, planta maestra, brebaje de los espíritus: desde ahora, la ayahuasca es también una sustancia de consumo lícito en Brasil en el marco de las ceremonias religiosas.
Tras muchos años de debate, el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva autorizó el uso ritual de esta planta de poderes alucinógenos, que los cultos amazónicos consumen como pócima en ceremonias de “limpieza” y curación desde los tiempos prehispánicos.
Según se publicó en el boletín oficial del Estado brasileño, la ayahuasca -también llamada hoasca o daime- puede ser cultivada y transportada “para fines religiosos” y es lícita de ser bebida por personas de cualquier edad.
Sin embargo, la despenalización de la droga se hizo con condiciones: puede ser consumida pero no comercializada ni publicitada con fines lucrativos y su uso debe darse en un marco estrictamente grupal y ritual.
Más allá de la razón
De origen incaico, el nombre de la planta alude a sus efectos: promete conectar a los que la ingieren con un ámbito que queda más allá de la razón y las sensaciones propias de estados conscientes. Una de las bebidas sacramentales más antiguas del continente, la ayahuasca tiende lazos culturales entre los distintos países que comparten la selva amazónica.
Para su consumo, los tallos de la Banisteriopsis caapi -tal su nombre científico- se combinan con otras sustancias naturales, sobre todo hojas del arbusto conocido como chacrona, en recetas secretas que con celo custodian los chamanes.
Su uso se expandió en la década del ’70, hasta que, en Brasil, fue prohibido en 1985 por una acumulación de denuncias sobre sus presuntas contraindicaciones.
Consumida siempre de noche, en ceremonias lideradas por un “facilitador” espiritual y marcadas por cánticos, el rito del brebaje se convirtió en el centro de algunas religiones inspiradas en las tradiciones indígenas.
“Es importante que sea utilizada en un contexto ritual, a diferencia de otras como los hongos o el peyote, y no es para uso recreacional”, dice a BBC Mundo Diego Palma, de la organización Ayahuasca-Wasi, que promueve esta clase de experiencias místicas.
Veredicto
Los expertos brasileños -desde juristas a psicólogos y sociólogos- estudiaron el tema en una comisión creada en 2004.
Después de consultar con comunidades de usuarios en los estados de Acre, Río de Janeiro y Amazonas, concluyeron que el brebaje representa un ingrediente cultural enraizado en prácticas ancestrales, cuya difusión no puede ser penalizada.
Algunas voces del arco político, partidarias de su legalización, señalaron que el té alucinógeno es un elemento esencial de “religiones verdaderamente brasileñas”, que así reciben de algún modo un reconocimiento por parte del Estado.
“Lo que hace es que amplifica tus sentidos, no es que se pierda control de uno mismo sino que se dispara una transformación… Es un gran regalo de la Pachamama y uno no la comparte con cualquiera: No la tomarías con quien no te tomarías una cerveza”, opina Palma.
Reparos y contraindicaciones
Sin embargo, quienes cuestionan su uso señalan que ha habido casos de intoxicación severa, muertes dudosas tras su consumo -la Justicia brasileña investiga, de hecho, un caso reciente- y efectos no deseados cuando la hoasca se bebe fuera del círculo de contención ritualista.
Critican, por caso, que el gobierno no disponga un control médico obligatorio para aquellos que se inician en las prácticas ya que, según confirmaron expertos a BBC Mundo, esta sustancia alucinógena está contraindicada para quienes toman otras drogas, como antidepresivos.
Asimismo, hay quienes señalan que su liberalización sienta precedente para que, en el futuro, otras “iglesias” o grupos sectarios pretendan utilizar otras sustancias hasta hoy ilícitas para condimentar sus ceremonias.
Autor: Valeria Perasso | BBC Mundo, Cono Sur