La perseverancia es una virtud poderosa. Quien la incorpora a su vida, sigue avanzando por el camino que se ha propuesto, aun en los momentos difíciles.
Para mí, el perseverante es un optimista. Se agarra a lo positivo para seguir adelante. Si, durante su recorrido, se traza un objetivo que no consigue, se queda con lo que ha hecho bien, aprende del tropiezo y vuelve a su senda.
Alguien pesimista, quizás, se habría rendido apresuradamente. Pondría el acento en lo que ha hecho mal y se desanimaría antes.
Porque, a la hora de conseguir algo importante, a muy pocas personas les vienen las cosas rodadas. Lo más habitual es que haya problemas e inconvenientes que sortear en el camino o auténticas pruebas de fuego y que las fuerzas flaqueen en algún momento.
¿Qué es lo que hace un optimista-perseverante en esos casos?
No pierde tiempo en comparaciones inútiles
El perseverante no se rinde fácilmente. Si se ha propuesto conseguir algo, no le desanima que otras personas con el mismo objetivo le adelanten por el camino, ni que lleguen a la meta antes que él.
Sí, quizás se sienta decepcionado de primeras, cuando ve que su esfuerzo tarda en producir frutos, pero controla sus emociones. Frena el impulso de mandarlo todo al carajo y no se autodestruye con la crítica.
Es decir, no va a tirar piedras sobre su tejado. Todo lo contrario: Tratará de ver qué puede aprender, qué puede hacer, cómo seguir. Quizás busque ayuda o pare para tomar aire. Lo que no hará es tirar la toalla en la primera pataleta porque se sienta poca cosa respecto a otro.
Fragmenta el recorrido…
El perseverante tiene un truco: no se concentra tanto en la lejana meta, como en la “etapa” que tiene por delante.
Puede que su objetivo sea muy ambicioso, enorme o imposible para un pesimista aferrado. Pero el perseverante es como ese ciclista que va cumpliendo etapas; una tras otra. Y hoy se centrará en la que toca. ¿Que sale flojilla? Ahí vienen más por delante.
… Y lo disfruta
Es tentador asociar perseverancia a sufrimiento. Ahí está nuestro ciclista, sudando la gota gorda y dejándose hasta el alma, día a día, una pedalada tras otra.
Pues, no. El perseverante no está todo el tiempo sufriendo. Se esfuerza, sí, pero disfruta del recorrido: de lo que observa, de lo que aprende, de los días buenos, de los pequeños logros… Y de ahí saca fuerza también.
¿No crees que es más fácil perseverar cuando se tiene esta actitud? Mucho más, en mi opinión.
http://tusbuenosmomentos.com/2012/09/perseverancia-optimismo/