¿Alguna vez has pospuesto una tarea porque la última vez que la hiciste fue un auténtico suplicio?
Hemos visto que hay bastantes excusas que sirven para escabullirte de una obligación y hacer el vago. Dicho más finamente: excusas para procrastinar.
Estoy cansado.
Esto es muy difícil.
No soy capaz.
Me duele la cabeza.
No tengo tiempo.
Son las típicas frases que hemos dicho, en ocasiones, para posponer alguna tarea o compromiso del que tenemos una experiencia previa desagradable.
¿Otra vez…?
¿Otra vez tengo que llamar a mi tía, que se enrolla por teléfono durante 5 horas?
¿Otra vez me toca fregar la escalera?
¿Otra vez delante del odioso libro de matemáticas?
Ya tienes una experiencia anterior que te dice que lo que tienes por delante será aburrido, ingrato, extenuante, difícil… y todos los calificativos horrorosos con los que quieras describirlo.
No hay más remedio…
Pongamos que no puedes escabullirte de tu compromiso. Si no lo haces hoy, ahí se te queda colgado para mañana.
Crees que mañana estarás de mejor humor o, en general, en mejores condiciones de abordarlo, pero no tienes ninguna garantía de que vaya a ser así.
Lo más probable es que mañana el mal trago sea el mismo. ¡Agg…! Qué condena…
Al mal paso, darle prisa
La sabiduría popular nos señala el camino: Cuanto antes te lo quites de en medio, mejor.
Tú lo sabes. Pero eso no quita que estés paralizado por lo pesado que será el momento de ponerse manos a la obra.
Y ése es el problema: Que lo piensas demasiado o, quizás, que no lo piensas bien.
No te pongas la zancadilla
Definitivamente, no todo lo que pensamos es bueno y está acertado.
Entre todo lo que se te cruza por la mente también hay pensamientos que te echan abajo o te sabotean.
Y, a la hora de enfrentarte a algo que has de hacer con desgana, esos pensamientos aparecen en tu cabeza como si fueran un molesto anuncio publicitario en pop-up.
Si la vez anterior fue horrible, ahora lo pasaré mal de nuevo.
¿Por qué? No necesariamente revivirás la experiencia pesada de la última vez. Precisamente, porque ya sabes cómo te fue entonces y eso puedes utilizarlo para que esta vez sea distinta.
Haz que sea distinto
Aquí no podemos escribir una única idea, porque depende por completo de la situación. Fijémonos en los ejemplos de antes:
Llamar a la tía que se enrolla por teléfono: Esta vez serás asertivo o le pondrás una buena excusa para que no te acapare tanto tiempo.
Fregar la escalera: Esta vez vas a hacerlo con música.
Estudiar matemáticas: Esta vez vas a pedirle a un amigo que te eche una mano.
Osea, en lugar de pensar que lo que tienes por delante es una pesadez, piensa en el modo de aligerarlo.
Puedes intercalar descansos, fijarte un tiempo para terminar, preparar una recompensa para cuando acabes o cualquier otra idea que se te ocurra.
Tú puedes hacer que esta vez sea distinto. Pero, en caso de que la tarea o el compromiso terminen siendo lo mismito de pesados que la vez anterior, tampoco pierdes nada. ¡Al contrario! Atacándola de frente y lo antes posible, te la habrás quitado de encima.
Qué descanso, ¿no?
Pues, eso. Manos a la obra, ¡ya!
http://tusbuenosmomentos.com/2012/12/otra-vez-lo-mismo/