Suena en nuestros oídos como un piropo, pero en realidad cuando amamos mucho, este amor puede convertirse en una verdadera adicción...
"En el fondo él es bueno..." A todas las mujeres nos encantan los idilios, los amores románticos, que nos manden flores, que nos sorprendan con bombones o con ese par de zapatos que tanto queremos comprarnos. A las mujeres nos han dicho a través de la televisión, de las novelas, del cine, que el amor romántico tiene el poder de hacer de nosotras mujeres enteras y felices. Y cuando ese hombre hace todo lo que esperamos que alguien hiciera por nosotras por tanto tiempo, es fácil obnubilarnos y no ver qué es lo que hay detrás de ese hombre “tan especial”.
Es sencillo no ver, por ejemplo, sus divorcios anteriores, que nunca tiene trabajo, o que es una la que siempre tiene que pagar cuando salen, etc. Y así es como nos olvidamos de nosotras para empezar a vivir su vida y a justificarlo y a sentir que somos nosotras las que debemos solucionar y cambiar toda su vida.
¿No te sentiste alguna vez como su redentora? Justificás y encontrás una explicación para cada grito, cada manipulación o cada maltrato físico. Y decís… “lo que pasa es que está muy estresado por el trabajo”, “lo que pasó es que él no tuvo afecto desde chiquito”, “lo que pasa es que su mamá lo abandonó”, “lo que pasa es que la otra esposa que tuvo le fue infiel por eso ahora me cela así y se pone como loco”, “en el fondo, él es bueno”, “no me trata muy bien… pero él es así….”y en medio de tanta justificación estás decidida a salvar a tu pareja amándolo incondicionalmente.
Y así es como las mujeres vivimos en carne propia “el síndrome del redentor”, síndrome que nos hace pensar y sentir que sólo nuestro amor podrá reformar a ese hombre que cada día abusa de nuestras emociones y muchas otras de nuestro propio cuerpo.
Sin embargo, querida mujer, el hombre que está a tu lado sólo va a cambiar si él mismo decide ese cambio. Tené en claro que sólo podrás cambiar un comportamiento: el tuyo. Y recordá lo siguiente: Ninguna de las palabras que dañaron tu estima, los golpes, o las humillaciones fueron “sin querer” y jamás pueden esconderse tras frases como “lo hice por amor” o “es porque te quiero”. “Porque te quiero te aporreo” es falso e inadmisible. Tenelo presente.
La primera persona que podrá ocuparse y cuidar de vos misma, sos vos. Ahora bien, ¿cómo comenzás a cuidarte? Es simple, comenzando por el principio, como cuando te levantás de dormir, vas al baño y te lavás la cara y los dientes. Así debe ser con tus emociones y tu vida: limpiá tu alrededor.
Fijá los límites y decidí hasta dónde el otro podrá avanzar, él no podrá ir más lejos de lo que vos permitas. Empezá a confiar en vos misma y en tu capacidad de pensar. Aprendé a decir “¡¡¡BASTA!!!” y a ser vos quien también pone condiciones.
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