Entre las sombras es la reina ,¿ quién es aquel que no se ha rendido a sus pies ? , y si acaso te mirase , no te olvidarías.
¿ Quién puede negar su presencia ?, si su temible oscuridad brilla muchas veces más que el sol . La tristeza puede ser tan intensa que su presencia ataque y corrompa aún la sustancia más completa . Pues, ¿ quién quiere la vida , si ésta se llenase de tristeza?.
La tristeza tiene el poder adictivo de atrapar , de contener, de encerrar con tal pasión que no te deja espacio , ni siquiera te abandona sino que más bien , cada día exige más. Por que la tristeza es tan poderosa,porque te llega hasta los huesos , porque nadie ha podido liberarse jamás de ella.,
La tristeza embriaga , se pierde la perspectiva, somete al más fuerte , para ella todos son débiles, no hay quien se sostenga, no hay quien no le tema.
La tristeza tiene mil rostros y en ninguno de ellos se encuentra la piedad. Sin embargo, todo conmueve y, a su vez espanta. Nada hay que pueda reunir las fuerzas más opuestas y los sacrificios más vulnerables ,pues cuando llama a todos arrastra , grandes y pequeños , en todos penetra en el corazón , en la mente, y en los huesos. A todos quiebra y requiebra , como si fuesen una hoja seca .
Hay algunos pequeños caminos , capaces de superar a la tristeza com son : La Fe y la Oración . Para algunos el tiempo parece ser un remedio, pero la tristeza bien sabe que eso que parece olvidado , es tan solo una tumba fría donde ella reina porque ya no ha quedado tan solo ella , que está en silencio ocultando su sonrisa pero oponiendose con uno de sus rostros , matando las ilusiones y exterminando los sueños.
Por esta razón, la tristeza es la ausencia, es el vacio y es la carencia de Amor.
Cuando estamos llenos de Amor ,puede que la tristeza nos visite pero la fortaleza de la fe interior, la espantará. Pues sabe bien el hombre espiritual que el mundo no es el reino de la verdad y, siendo que la tristeza se pasea en él , el hombre espiritual mira en otros horizontes donde la tristeza no tiene poder ni autoridad, éstos son los reinos del espíritu donde la tristeza jamás invadirá.
Autor: Oscar Basurto Carbonell