En las últimas décadas se han incorporado al subconsciente colectivo conceptos como “la energía”.
Las personas que viven conectadas a si mismas pueden autoabastecerse de energía sin necesidad de recibirla de otros, sino tomando conciencia de que la fuente de la vida reside en nuestro interior como algo innato, tal y como explica James Redfield en su libro “La Novena Revelación”.
En las últimas décadas se han incorporado al subconsciente colectivo conceptos como “la energía”, dando por hecho que hay situaciones y personas que nos dan “buenas o malas vibraciones”, que nos producen acercamiento o rechazo porque resuenen o no con nosotros.
Dichas teorías están basadas en la física cuántica, que defiende que somos seres electromagnéticos, con modelos de frecuencia que tienen resonancia. Por tanto, además de someternos a la realización de escáners, resonancias, electrocardiogramas y Tomografía por Emisión de Positrones, denominado PET SCAN, cabe aceptar también una nueva comprensión del mundo desde la perspectiva de la Medicina Tradicional China, según la cual somos energía al igual que todo lo que nos rodea. Si tuviéremos un nivel de percepción más elevado, podríamos sentir los campos energéticos que nos unen formando el todo, una realidad virtual, que muchos tachan de ciencia ficción, mientras otros eligen aprender a nutrirse de esta nueva percepción de la vida.
El libro “La Novena Revelación”, detalla como la cultura humana del próximo milenio cambiará como consecuencia de la evolución consciente del ser humano. Es evidente que la tierra está avisando de las devastadoras consecuencias que está provocando la inconsciencia de vivir desconectados de la naturaleza y de nuestra verdadera esencia. Además de estragos producidos por causas como el calentamiento global, y el consumo de alimentos transgénicos, entre muchos otros, el ser humano sufre enfermedades del alma que los médicos no logran curar por más pruebas de última tecnología que realicen.
A pesar de tener las necesidades básicas cubiertas, el primer mundo sufre un nivel de insatisfacción alarmante ante una vida basada en el consumismo que no parece aportar más que un deseo creciente de conseguir más, a ser posible que el vecino. “Ser más que”, ha pasado a ser más importante que “simplemente ser”, por lo que el nivel de sufrimiento del ser humano ha provocado el ascenso de los porcentajes de depresión, ansiedad y enfermedades físicas y mentales como resultado de la somatización de la falta de aceptación de uno mismo y de la vida, tal y como es, algo que nuestros ancestros parecían tener más claro.
Esta lucha por “ser y tener más que otros”, se refleja también desde el punto de vista energético. James Redfield defiende que los seres humanos somos energía, y que nos regeneramos por la misma. En su obra explica cómo podemos autoabastecernos de la energía, en lugar de robarla de los demás de una manera inconsciente o consciente, en el peor de los casos.
“La Cuarta Revelación expone la tendencia humana a robar energía a otros seres humanos controlándolos, apoderándonos de sus mentes, un delito que cometemos porque a menudo nos sentimos aislados y vacíos de energía,” explica Redfield. “Esta actitud es inconsciente, lo único que sabemos es que nos sentimos débiles y cuando dominamos a otros nos sentimos mejor. No nos damos cuenta de que esa sensación de estar mejor le cuesta caro a la persona a la que robamos energía. La mayoría de la gente va por la vida buscando la atención del otro, y algunos reciben, al menos durante un tiempo el envío voluntario de la energía de algún ser querido”.
Según estas teorías, es un hecho, por tanto, que los seres humanos se conectan por la energía y luego se pelean para ver quién va a controlarla, como se puede apreciar en el largometraje “Las Nueve Revelaciones” basado en el citado libro. “El dominador se siente poderoso e inteligente, pero absorbe la energía vital de quienes son dominados. No importa que lo hagamos pensando en el bien de la persona, ya que, por ejemplo, son nuestros hijos y hay que controlarlos todo el tiempo, el daño se produce igual, aunque sea de forma inconsciente”.
Esta clase de violencia psíquica se produce constantemente en la cultura humana por personas con buena intención, pero que desconocen cómo suministrarse energía a si mismas. En su libro “La Maestría del Amor” , Miguel Ruiz explica cómo el ser humano busca erróneamente como deshacerse de su “veneno emocional” inyectándoselo al primero que se cruce en su camino, en lugar de mirar hacia dentro, reconocerlo y transformarlo.
Con el objetivo de prestar atención a nuestras pautas de conducta y a las ajenas es necesario hacer una auto-reflexión sobre las formas de robar-perder energía y de autobastecerse de ella. Una elección personal e intransferible que nadie, ni siquiera el terapeuta o maestro más elevado de la tierra puede hacer por nosotros.
Provocan fugas de energía: el victismo, la competitividad, la manipulación, la inseguridad y dependencia emocional, el control, la culpa, ver programas de televisión basura, cualquier tipo de adicción, todo esto dentro del marco de las relaciones laborales, familiares, personales…
Mientras que formas de autobastecerse son el amor hacia uno mismo bajo la auto-valoración, el perdón, el contacto con la naturaleza que es el mayor tesoro que se nos ha entregado, la meditación, relajación, pasárselo bien, reirse, mimar al niño interior que hay dentro de cada uno permitiéndole expresarse, realizar prácticas energéticas como Yoga, Taichi, Reiki, Cristaloterapia… Hacer deporte, disfrutar de una buena lectura, de la música, una buena comida y una mejor siesta………. En definitiva, dar vacaciones de por vida al tirano interior que vive dentro de cada uno, a los vampiros profesionales, que nos dejan bajo mínimos, con sus chantajes emocionales y agradecer todo lo que nos aporta la Vida que es mucho.
María Cicuéndez