Cuando caemos en la exageración de amar por necesidad en lugar de necesitar al otro porque lo amamos, corremos el peligro de sufrir y perder la identidad.
El amor de pareja tiene un límite que es el intento de obstaculizar la libertad y el desarrollo del otro.
Las personas necesitan dar y recibir amor sin convertirse en carceleras y sin crear dependencias.
Amar es arriesgarse, y como todo riesgo en la vida, es un salto al vacío, que puede llegar a ser muy destructivo cuando confundimos amor con alienación.
Amar exageradamente significa necesitar a otro para poder vivir, porque sin esa persona no se puede ser feliz. Es como el que consume una droga que lo sostiene precariamente pero que finalmente lo aniquila.
Este tipo de relación no aporta felicidad sino ansiedad, temor a la pérdida y angustia frente a esa posibilidad.
La vida de una persona que ama exageradamente se reduce a los encuentros, permaneciendo limitada a esa condición, privada de cualquier otro interés que tenga escondido en el desván donde se encuentra el resto de su existencia.
En las primeras etapas del enamoramiento, se produce naturalmente un desequilibrio en la personalidad que tiende a desorganizarse y a postergar otros intereses para poder repetir la experiencia del encuentro, que es lo que se desea más que otra cosa, aunque este estado no signifique la expresión de un sentimiento verdadero; pero suele ser un estado pasajero que luego permite recobrar la cordura y continuar con la propia vida más completo.
Pero cuando la personalidad tiene una tendencia depresiva, es insegura, tiene baja la autoestima y la tendencia a establecer vínculos simbióticos y a no diferenciar el yo del no yo, el otro se convierte en la prolongación de él mismo.
La falta de valoración propia que tiene esa persona hace que se sienta no merecedora de amor siendo quien es y se esfuerce en ser quien no es.
Esta forma de amar es muy exigente y absorbente y no deja oxígeno para otra cosa.
Porque el amor necesita espacio para la independencia personal bien entendida y para el crecimiento; porque solo los que crecen pueden ser admirados.
La admiración es un ingrediente del verdadero amor, porque necesita la frescura del cambio para no caer en el tedio y el hastío que significa estar al lado de alguien que vegeta.
Las personas que exageran al amar también lo hacen con sus hijos, a los que consideran de su propiedad y pretenden seguir controlando también cuando son adultos.
Son personalidades débiles que no tienen vida propia porque se han quedado bloqueadas con la creencia de que su rol es acompañar el crecimiento de los otros y permanecer en la sombra.
Pero en el fondo guardan su resentimiento y terminan cobrándose con creces la factura por renunciar a ser ellos mismos, como por ejemplo con enfermedades crónicas que exigen cuidados esmerados como los que necesita un niño recién nacido.
http://psicologia-malenalede.blogspot.com.ar/2009/12/amor-exagerado.html